Capitulo 1

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La realidad da más miedo que las películas de terror.

Julio.

Marceline.

Observo por la ventana del auto, y contemplo el bosque de pinos. Amo los árboles, no hay muchos en la cuidad de donde vengo, y por ahora eso es lo único que me agrada de la idea de mudarnos de casa y de estado, junto con el nuevo esposo de mi mamá y sus tres hijos—Los cuales son un poco irritantes—Mi mamá se encuentra feliz por formar una nueva familia, empezar desde cero—Eso implica nueva casa y nuevo lugar—Dice que es bueno para mi, para que conviva más. No soy sociable con todos, sólo con las personas que tengo confianza.

Mi madre toca mi hombro haciendo que despegue la vista de la ventana para clavarla hacia ella.

—¿Feliz?—se limita a preguntar.

—Sólo porque hay árboles y que tu eres feliz.

Contesto con una pequeña sonrisa.

Ella hace un puchero hacia mi y toma mi mano dandole un pequeño apretón. Quedamos unos segundos así para que ella siga concentrada de nueva en el volante y en el camino.

Pongo música para ponernos de animo y ponernos un poco más activas.

Mi mamá sonríe cuando pongo ABBA, ambas nos ponemos a cantar a todo pulmón en el auto. Disfrutando de la música y del camino.

Mi madre es como mi mejor amiga, la amo.

A los minutos mi madre se estaciona provocando que voltee a mi alrededor.

Me sorprendo al ver la casa ya que a mi madre se le olvidó el pequeño detalle que no es una casa normal, sino una ¡mansión!.

Es grande, de color opacos, tiene jardín y ¡no tenemos vecinos!.

Volteo hacia mi madre, quien se ríe de mi expresión.

—¡Taran!—exclama, vuelvo a ver la casa mientras ella se baja del auto.

Abro la puerta y bajo del auto. El cuerpo me duele por estar tanto tiempo sentada, así que me estiro mientras observo el hermoso jardín y la casa.

—Es hermoso ¿verdad?—me dice mi madre.

—Si—murmuro sin despegar la vista de las flores y de los pinos.

Para mi es muy raro ver flores con mis propias ojos y más si son de verdad. Normalmente miraba en la cuidad flores decorativas de plástico o tejidas.

Mientras detallo más la casa y cuento las ventanas que tiene—las cuales son nueve—mi vista se arruina cuando veo a cuatro hombres bajándose del coche estacionado más enfrente de nosotras. No es que no los quiera, es que no estoy acostumbrada a convivir con hombres. Aunque los conozco hace años, y también aveces no los soporto por su comportamiento, sus costumbres y comentarios.
Siempre hemos sido mi madre y yo, no sé mucho de mi padre, mi madre no a sacado el tema y no creo que lo saque. Lo único que sé es que mi padre me quería mucho y que él fue quien me regaló un conejito de peluche color azul que aún conservo.

Ryan, el esposo de mi madre y mi padrastro se acerca a nosotras junto con sus hijos. Ryan y mi madre se conocieron cuando yo tenía nueve años, empezaron a salir, y luego al tiempo él nos presento a su familia y mi madre le presentó a la nuestra.

Marcus, quien es el hijo mayor, tiene 18 y es el quien menos soporto, se la pasa molestándome pero aveces es amable conmigo.

Jack, es el hijo del medio, le encanta correr, los insectos, tocar la batería, me agrada por su sentido del humor, y es de mi edad—16–Convivo con él pero no tanto como con el menor, Max.

Mr ClayWhere stories live. Discover now