Prólogo.

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Las olas del mar rompían contra sí mismas, la brisa fresca se pegaba a su piel con sutileza, provocando en pocos segundos que el aroma se impregnara en su cuerpo. Miraba a su alrededor con asombro, el lugar sintiendo el lugar levemente familiar a pesar de que no podía cabar en sus pensamientos para tratar de recordarlo. Sus pies caminando sobre la arena se sentía de una forma reconfortante, caminando sin seguir un rumbo fijo pero sintiendo que debía que ir por aquel sendero que marcaba de forma derecha. 

Sus pasos se detuvieron al ver una figura a lo lejos; alzando una mano sobre su cabeza en forma de saludo y trotando en su dirección, solo que conforme parecía que debería de ir acercándose, solo lograba alejarse más. 

—¡Jamie!—Su nombre era llamado una y otra vez, pero tampoco podía recordar de dónde había escuchado esa voz. 

Quería acercarse, saber las facciones de aquel hombre que llamaba con un tono desesprado su nombre, quería saber porqué parecía acercarse pero solo se iba alejando cada vez más y entender el porqué su corazón latía desesperadamente como si una parte de ella supiera de quién se trataba.

Sus pies se movieron por inercia, cobrando valor y fuerza por alcanzarlo, sintiendo como con cada trote que daba la distancia parecía acortarse, sus pulmones pidiendo un respiro porque se estaba esforzando más de lo que debería, pero sus deseos por verle eran tan fuerte que ignoraba el constante picoteo que su cuerpo le brindaba. 

Y cuando el rostro parecía tomar rasgos que a sus recuerdos parecían afectarle, todo a su alrededor parecía distorsionarse, la figura del hombre en un solo parpadeo había desaparecido de su visión, y la arena que anteriormente se encontraba tocando con sus pies se había desvanecido, convirtiendo todo a su paso en oscuridad.

Una voz diferente llamó a su nombre, pero no era tan cálida y reconfortante como la de sus sueños, parecía tosca y demandante, sintiendo una presión asfixiante a la altura de su muñeca.

—¡Jamie!—El hombre demandó, sacándola de su trance.

Sus ojos se tuvieron que adaptar a la gran iluminación de la habitación, sintiéndose incómoda por todos los cables que rodeaban su cuerpo y observando como varias personas que no entendía quiénes eran se arremolinaban a su alrededor.

—Oh por dios, ella despertó del coma.—Una mujer de mediana edad habló, tapando su boca con sus manos en un acto de sorpresa.

¿Quiénes eran todos tuyos? ¿Por qué su cabeza dolía tanto? ¿Por qué había tantas personas en esa habitación... de hospital?

—Mi amor, me alegra por fin verte despierta.—El hombre le sonrió, tomando su mano entre las suyas.

¿Y por qué él parecía ser tan cercano a ella? 

⋆ Deadly Kiss ✓Where stories live. Discover now