Capítulo 1: El vestidor

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¿Sabéis de ese momento en el que ves tu móvil cayendo de la mesa, mientras tu corazón te da un vuelco por la impotencia de que hagas lo que hagas ya no vas a poder evitarle el golpe?

Así era exactamente cómo me sentí al cruzar por primera vez las puertas de ese instituto. Solo que esta vez no era el móvil el que se iba a golpear, sino yo misma. Podría haber optado por cambiar mi naturaleza, pero sería absurdo ser quien no soy, así que, mi segunda opción fue la de cubrirme con la mejor pantalla protectora: la seguridad.

Nada más entrar, muchas miradas se posaron en mí. Poco a poco sentía que todas me iban juzgando, hasta la directora camufló su mueca fingiendo sonreír.

- Me alegra que hayas venido Galia, sabes que tenemos unas reglas estrictas que cumplir.- Habló haciendo una pequeña pausa.- Sin embargo, haremos una pequeña excepción con tu atuendo por esta vez.

No pude evitar reírme, ese privilegio era lo que tenía que mi padre pagara, supongo.

Desde que tuve aquella pelea con mi madre ella le convenció de que necesitaba venir a una escuela en la que me enseñaran valores, yo sabía que en el fondo lo que quería era cambiarme para ser una de esas perfectas niñas educadas con la que ella siempre soñó que sería.

- Sabemos que va a ser difícil, por eso me gustaría que pudieras contar con mi apoyo para todo lo que necesites. Eres parte de nuestra familia ahora. - Con esa sonrisa cálida casi me creí la sinceridad de sus palabras, pero sus ojos juzgándome no mentían.

Siempre he pensado que la verdad de la personas se encuentra en sus ojos, es fácil saber la bondad de alguien simplemente analizando su mirada.

La directora que iba con un vestido que le llegaba justo debajo de las rodillas, me acompañó hasta la clase en la que estaría a partir de esos momentos, y cuando abrió la puerta vi las cabezas de las veinticinco personas que había en la clase dirigirse hacia a mi.

Me puse nerviosa, pero sabía bien cómo hacer que eso no se notara, por lo que, simplemente entré y me dirigí a la única mesa libre, junto a la ventana.

- Buenos días chicas, ella será su nueva compañera, espero que la acojáis bien. - Comentó la mujer que me acompañaba, indicando a las chicas que podían sentarse, ya que se habían levantado al vernos entrar. - ¿Ya han ofrecido su día?.

- Estábamos por hacerlo. - Comentó una mujer más mayor, que iba con un jersey de cuello vuelto.

Entonces me sentí como en una especie de simulación, todas en coro recitaban cosas que ignoré.

- Bien, ¿por qué no te presentas?- Habló la profesora una vez la directora se fue.

- Claro, me llamo Galia. - Hablé queriendo acabar cuanto antes con esa incómoda situación. La profesora pareció captar que no iba a continuar diciendo nada así que se dirigió a la pizarra comenzando a explicar las funciones.

Mi mirada voló por la ventana, queriendo estar fuera de allí. No sabía cómo iba a aguantar en aquella locura de escuela en la que solo recibía miradas de hostilidad y falsedad.

Cuando el timbre sonó vi que teníamos educación física, no sabía dónde ir, y tampoco ninguna de mis compañeras se dirigió a mi, por lo que, mi pánico consiguió que no me pronunciara y simplemente las comencé a seguir hasta llegar a lo que aparentemente era el vestuario.

- Tienen tres minutos para cambiarse niñas, recuerden que por cada retraso su calificación irá bajando.

Vi que todas iban entrando de dos en dos en los cubículos que conformaban el vestuario, conté y había exactamente trece, éramos veintiséis, y fue en aquel momento dónde suspiré queriendo desaparecer. Muchas dirían que qué suerte tenía de asistir a una escuela solo de chicas cuando me gustaban las chicas, pero claramente, quienes dicen eso no saben lo mal que se pasa en estos momentos, en los que lo último que quieres es su incomodidad.

Sosteniendo tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora