Capítulo 4 - El reto

3.1K 218 90
                                    

🎧 Vistas al mar - Quevedo

Pedri

- Quizá debería cambiarle mi número a Gavi. ¿No crees? Desde luego que me parece que ambos lo estáis deseando. – Las palabras abandonan mis labios y me arrepiento de pronunciarlas al instante.

Jamás me he considerado un tío celoso. Por eso no entiendo los sentimientos que asolan mi cuerpo de repente: los puños apretados, un amenazante dolor de cabeza en las sienes y la rabia consumiéndome el pecho.

Y no tengo derecho a sentirme así. Abril llegó a Barcelona hace algo más de una semana y desde entonces, siento que nada ha vuelto a ser como antes. Ha pasado a ser la protagonista número uno de cada uno de mis pensamientos; no consigo olvidarme del peso de su cabeza en mi pecho ni del tacto de su mano entrelazada con la mía.

Mi cuerpo ha reaccionado automáticamente ante la imagen de mi mejor amigo, Gavi, y Abril hablando, riéndose. Una vez más me repito que no es asunto mío. Abril y yo ni siquiera somos amigos aún y ella tiene plena libertad de hacer lo que quiera. Y, aun así, no soy capaz de borrar el enfado de mi cara ni la creciente frustración que siento en cada recoveco de mi cuerpo.

El estúpido número me quema las manos mientras los ojos de Abril se abren y parpadea rápidamente, como si no pudiera creerse lo que acaba de oír. Antes de acercarme a ella, ya había algo que me decía que, si había alguien que pudiera tener el número 26 en esta sala, iba a ser ella. Algo doblemente irónico teniendo en cuenta que es el número con el que juego en la selección. Un número importante para mí.

-Pero bueno, ¿qué le he hecho yo al mundo hoy para que todos os creías con la libertad de opinar sobre mí o sobre lo que hago o dejo de hacer? – Abril agacha la cabeza mientras una sonrisa llena de ironía alumbra sus labios.

- Perdóname, Abril. – la rabia se ha convertido en hielo, ganas de pegarme un puñetazo a mí mismo. – Soy gilipollas, lo admito. No sé qué se me ha pasado por la cabeza, hoy no tengo un buen día.

- Segunda curiosidad de mi día: es el día oficial de las disculpas. Es la segunda que recibo en menos de una hora. – su sonrisa se convierte en una sincera, real. Y automáticamente la imito, sintiendo mi cuerpo relajarse poco a poco. – Anda, vamos a leer tu frase y así vemos que reto nos ha tocado. Tengo mucha hambre, ¿tú no?

Asiento con la cabeza, aliviado de que haya cambiado de tema con tanta naturalidad. Aun así, soy consciente de que no puedo dejar pasar el tema; no puedo permitir que ella piense que soy una persona territorial o tóxica. Porque no lo soy, aunque acabe de comportarme como tal. Decido aparcarlo hasta que completemos el reto y ambos estemos más tranquilos.

- Yo tengo "y bañaros al menos media hora." – silbo mientras una carcajada brota de mis labios. Joder, con el frío que hace. En Barcelona hace apenas unos cinco grados en el mejor de los casos y para mí, acostumbrado a las temperaturas de Canarias, podría equipararse al Polo Norte.

- Id a la playa y bañaros al menos media hora. – Abril une ambos papeles y lee la frase completa, mordiéndose el labio. – Menudo reto nos ha tenido que tocar, tío. Vamos a coger una neumonía antes de irnos a Qatar.

- Tengo una idea que creo que te va a gustar. – abrocho mi chaqueta y me froto las manos. – Compramos una pizza y nos la llevamos a la playa. Podemos aprovechar las horas de sol para bañarnos. ¿Te parece?

Ella asiente y yo saco las llaves del coche, preparado para aprovechar este día con ella como si se tratase del último.

- Chacho, que frío hace. – pongo la caja de la pizza en la arena con cuidado. – Ayúdame a poner esto, anda.

Ella arquea una de sus cejas mientras señala la toalla que intento estirar sobre la arena, sin éxito.

Derribando tus barreras || Pedri GonzálezWhere stories live. Discover now