Capítulo 1: ¿Aliados?

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El ritmo constante marcado por unos tacones altos golpeando el suelo de mármol blanco llenó los oídos del nuevo Señor Oscuro

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El ritmo constante marcado por unos tacones altos golpeando el suelo de mármol blanco llenó los oídos del nuevo Señor Oscuro. Él alzó su vista y se encontró con una mujer de una belleza hipnotizante contoneando sus caderas a medida que se aproximaba a su escritorio.

Cabello espeso y negro como la noche a la altura de las caderas, ojos felinos de color azul, labios carnosos pintados de carmesí, cuerpo de infarto y un aura totalmente sexual. Todo en aquella mujer gritaba peligro.

Labelle se detuvo frente a la mesa de Draco con la espalda erguida y el rubio rodeó su escritorio hasta pararse delante suyo y mirarla profundamente a los ojos.

—Es un placer poder encontrarnos por fin, Lord Malfoy. —Había un deje de burla en la forma en la que la chica pronunció su apellido que causó que el aludido enarcase una ceja.

Ella extendió su mano con la esperanza de que el platinado besara su dorso, mas terminó levantando sus cejas cuando él ladeó una sonrisa burlona y dejó su mano tendida en el aire.

Los ojos aguamarina de la muchacha adquirieron un brillo iracundo mientras escaneaban a su contrario de pies a cabeza. Ella debía confesar que el hombre poseía un porte intimidante bastante atractivo, mas no era nada que no hubiese visto antes.

Labelle carraspeó su garganta y elevó su mentón.

—Por favor cuénteme, mi Lord. ¿Para qué requiere usted, Señor Oscuro, mi insólita ayuda? —inquirió, aún con esa ironía inquebrantable.

Malfoy frunció el ceño, indignado por su insolencia, pero decidió ignorarla.

—Como usted ya sabrá, señorita Riddle, hemos ganado esta batalla, mas estamos seguros de que Potter y sus amiguitos no se darán por vencidos así de fácil...

—Eso lo comprendo, mi Lord, pero le pido de favor que vaya al grano, pues tengo la agenda un poco apretada. ¿Para qué me necesita? —insistió ella, implacable.

Draco endureció su mirada y se irguió antes de continuar:

—Quiero que sea mi mano derecha y se encargue de dirigir a mis mortífagos —sentenció.

Una sonrisa de suficiencia se deslizó por los labios de la joven, ocultando detrás de ésta el rencor que se forjaba en su interior. Ella debería ser la gobernante allí, no aquel bastardo.

—Oh, perdone, mi Lord, no puedo evitar sentirme conmocionada. ¿Usted me necesita a mí, una mujer indefensa, para dirigir a sus mortífagos? —De nuevo aquel sarcasmo.

Draco puso los ojos en blanco. De no ser porque era la hija legítima del antiguo Señor Tenebroso y reclamarla como su mano derecha fue la última voluntad del susodicho, esa mujer irrespetuosa estaría muerta.

—Así es, señorita Riddle. Veo que le está costando un poco procesar mis palabras, así que perdone mi desfachatez, pero ¿sufre usted algún tipo de sordera o problema mental? —cuestionó burlón.

—Para nada, mi Lord, es sólo que pensé que usted sería capaz de manejar todo esto por su cuenta. Después de todo, lo mi padre decidió elegirlo por encima de mí, que estuve toda mi vida entrenando para esto —señaló.

Una sonrisa demoníaca curvó los labios del platinado.

—Quizá no está tan capacitada para esta posición como piensa, señorita Riddle, así que le sugiero disfrutar de su nuevo puesto mientras pueda. —Él le guiñó un ojo en busca de provocarla.

Labelle podía sentir su sangre hervir.

Ella dio un paso adelante, acortando la distancia entre ambos y permitió que sus ojos desafiaran a los de su acompañante.

—¿Está usted amenazándome, mi Lord?

—Una advertencia se debería tomar como una bendición, señorita Riddle. —Draco le regaló una sonrisa condescendiente.

La muchacha soltó una carcajada antes de observarlo como si le hubiese contado un gran chiste.

—Oh, eso seguro, mi Lord, aunque admito que es hilarante verlo pensar que esta es una tarea fácil. Al fin y al cabo, siempre se ha escondido tras la sombra de su difunto papi.

Los ojos de Draco se oscurecieron y en un parpadeo cerró su mano alrededor del cuello de la pelinegra y lo apretó, sus anillos fríos de plata clavándose en la piel caliente de ella.

—Será sabio que recuerde quién es su nuevo señor antes de abrir la boca de nuevo, señorita Riddle —espetó la serpiente con sus ojos ardiendo sobre los suyos.

Una sonrisa un tanto sádica se esparció por los labios rojos de la mujer mientras se deleitaba con la sensación asfixiante de las manos fuertes del hombre exprimiendo su cuello.

—Y yo soy la hija de Lord Voldemort, asesina serial que el gobierno muggle y el Ministerio Mágico se han aliado para dar caza, por supuesto que fracasando —le informó ella, altanera.

Malfoy intensificó la fuerza de su agarre, cortándole la respiración por unos segundos.

—Y a mí no me importará nada de eso antes de asesinarla como una bestia salvaje si intenta hacer algo en mi contra. —Un susurro frío y oscuro brotó de la boca del hombre pálido.

Él no mentiría, la osadía y determinación de la chica lo intrigaban, mas le resultaba obvio quién saldría ganando aquella batalla.

Draco al fin la soltó cuando vio como la sonrisa de ella no hacía más que ensancharse. Labelle tosió y se aguantó la garganta, no obstante se mantuvo firme.

—No se preocupe, mi Lord, no le haré daño mientras se comporte como un buen chico —susurró ella en el oído del joven en un tono riesgosamente sensual.

Él se inclinó sobre ella con una pequeña sonrisa amenazante y habló:

—Es una lástima que ni usted ni yo seamos buenos.

Riddle lo analizó de pies a cabeza y sonrió para extenderle su mano delicada por segunda vez.

—Estaré encantada de poder reinar a su lado y juntos enterrar a Potter y sus secuaces, mi Lord. —Una chispa que gritaba peligro centelló en los luceros azulados de la pelinegra conforme las comisuras de sus labios ascendían con ligereza.

Malfoy estrechó su mano con la barbilla alzada y una expresión sombría.

—Lo mismo digo, señorita Riddle...

    
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Veneno carmesí | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora