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La primera vez que sucede, por supuesto, no es algo premeditado.
Los segundos corren, incómodos, y ninguno de los dos se atreve a decir siquiera una palabra.
El zumbido de los estudiantes en receso; las hojas de papel removiéndose y crujiendo por la brisa; sus respiraciones apenas perceptibles.
Entonces...
—Chibi es tan atrevido.
—Agh.
La risa que prosigue no debería poner las mejillas de Chuuya calientes, pero lo hace, y es tan mortificante.
«Fue un pequeño debilitamiento mental», se dice. «Algo que no debía suceder.»
De lo contrario, no existe otra realidad en la que Nakahara Chuuya acepte besar la frente de su —¿son siquiera amigos?— compañero de mesa.
En cambio, con todo el coraje reunido en su pequeño cuerpo, Chuuya alza la barbilla y se encoge de hombros.
—Es una forma de mostrar afecto.
El chico abre mucho los ojos.
—Oh, mi... ¿Quién te dijo eso?
—Ane-san.
—¿Y me quieres mostrar afecto? ¿A mí?
—Sólo porque te veías lamentable.
—Estaba durmiendo, pequeña babosa. ¿Cómo es eso verse lamentable?
Chuuya quiere huir, desesperadamente, pero la oportunidad de ser sincero por primera vez en su vida con este desperdicio de vendajes no puede dejarla pasar tan fácil. Así que endereza su espalda y fija sus ojos en los jaspes opacos que posee Dazai Osamu.
—Eres un desastre. Estás pálido y tienes más ojeras que cara. ¿Verte dormir por primera vez y saber que estás al menos consiguiendo un poco de descanso? Cúlpame, pero fue tentador.
Para su asombro —y muy posiblemente trauma de Dazai— las mejillas contrarias toman un poco de color. Es suave y apenas visible, pero está ahí. Y ambos lo saben.
—Estúpida babosa honesta —farfulla de mal humor Dazai, apartando la mirada—. Se te está subiendo a la cabeza el pequeño sobresaliente de esta tarde, ¿no?
—Oh, no seas ridículo. —Chuuya no señala que la mayoría de sus notas están marcadas con sobresalientes en sus informes mensuales, por piedad a la pobre cosa atolondrada frente a él—. Además, tampoco es nada raro.
Sí lo es.
Entre ellos, es un paso agigantado, peligroso.
Son rivales, o lo eran; Chuuya no sabe cómo usar la conjugación debido a su situación actual. Pero siempre estuvieron discutiendo, haciéndose bromas pesadas, insultándose y compitiendo por los primeros puestos.
