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El pelinegro despertó por las pequeñas gotas de agua que comenzaban a caer sobre su lomo, indicando que habían pasado las horas y hasta había comenzando a llover.

Se puso de pie alzando las orejas atento y abrió las orejas en grande buscando a su hermano menor, pero este no estaba en ninguna parte del jardín en el cual ahora había una tormenta y su lomo se encontraba empapado por completo.

Observó a lo lejos la casa y efectivamente su hermano estaba dentro, recostado en el suelo apoyando la cabeza en los pies del omega, quien estaba sentado junto a su esposo viendo una película.

-Parece un puto perro faldero.- Bufó haciendo una muequita de asco y caminó hasta una pequeña caseta de madera que cuando eran niños habían construido con su padre, o bueno, más bien su padre y el construyeron mientras Yoriichi jugaba con los aspersores.

Ingresó en la caseta y se sacudió para secar gran parte de su pelaje, sentándose viendo el diluvio en el exterior. -Parece que no va a parar.- Volteó hacia el interior y observó las fotos colgadas en la pared.

Miro específicamente una donde habían dos niños de unos diez años con orejas y colas de lobo y sus padres, un alfa de orejas y cola de lobo negro y una omega con orejas y cola de pantera en color pelirrojo. -Papá... Mamá.- Suspiró con tristeza y apoyó la frente cerrando los ojos, recordando como cuando entraron en celo todo se fue a la borda. El cambió, si, le seguía gustando esas cosas que hacía con sus padres como reparar cosas de la casa, ir a cazar, cargar a sus padres en su lomo cuando se cansaban de caminar... Pero Yoriichi nunca cambió. Siempre queriendo jugar o coger, como si fuera un perro faldero. Como le encantaría a Michikatsu poder formar una familia, conocer algún omega, enamorarse, marcarle, casarse, hacer el amor y vivir juntos por siempre con 50 cachorritos.




En un hueco de un árbol, un omega zorrito platinado dormía tranquilamente hecho bolita con una pequeña bolita de pelos negra con mechones azules acurrucada en su cuerpo.

Despertó al sentir el aroma de la tierra húmeda y el agua enlodada mojar sus patitas y abrió los ojos, viendo atento una gran tormenta en el bosque donde vive con su cachorrito.

Rápidamente se puso de pie y mordisqueó las orejitas de su cachorro jabalí, quien despertó bostezando cansado.

-Vamos peque, hay tormenta, tenemos que subir al árbol antes de que se inunde el bosque.- Habló el zorrito preocupado viendo como su cachorrito abría sus ojos verdes.

-No tengo ganas mamá, quiero dormir.- Se quejó el jabalí abrazando con sus patitas la esponjosa cola de su madre.

-Vamos Inosuke, no seas así. Cuando subamos vas a poder dormir de nuevo.- Se inclinó y lamió con cariño la cabeza de su pequeño jabalí dormilón.

-Mmm... Bueno.- El cachorro se estiró y se levantó siguiendo a su mamá de ojos arcoíris fuera del tronco hueco donde vivían.

Un rayo impactó el árbol y ambos chillaron asustados para luego el jabalí saltar encima del lomo de su mamá. -¡MAMI TENGO MIEDO!-

Douma vió aterrado como el árbol caía detrás de ambos y otro rayo impactó en un árbol cercano. -Mejor vamos a la ciudad.-

El omega correteó rápidamente con su cachorrito de 7 años aferrado a su lomo.

7 años atrás...

-¡¿Qué clase de omega es este?!¡Sus ojos son horribles!¡Son del diablo!¡Además es macho!- Se quejó un hombre gordo y calvo lanzando al zorrito al suelo y luego tomó a una omega jabalí. -Esta me gusta... ¿Qué coño es esto?- Con la mano libre agarró entre las patas de la jabalí una pequeña bolita de pelos que al agitarla comenzó a chillar. -¡UN CACHORRO!- Lanzó al cachorro al suelo algo lejos del zorrito. -¡No lo quiero!¡Matenlos a ambos!- Entró en su ferrari y se fue con la omega de ojos verdes que chillaba viendo a su cachorrito de apenas dos meses de nacido chillar en el suelo.

Un hombre se acercó al omega y el cachorro con un arma, pero el omega fue más rápido al saltar agilmente y desgarrarle el cuello con sus garritas.

Avanzó rápidamente al cachorrito que chillaba asustado al estar lejos de su mamá y comenzó a olfatearlo preocupado, viendo que afortunadamente el también tenía cuerpo flexible y no tenía heridas.

Gotitas de agua comenzaron a caer del cielo y el cachorrito abrió sus ojos viendo al omega, a quien creyó era su mamá y le saltó encima aferrándose a el sintiéndose seguro con su calor.

El omega sonrió con ternura y le dió una suave lamida en la cabeza al cachorro para luego correr buscando refugio con su ahora hijo.


Y así fue como Douma e Inosuke se conocieron y desde ese momento eran inseparables. Sabían que no eran madre e hijo biológicamente, pero era la única familia que algún día pudieron conocer.

Nuevamente, una madre desesperada corría bajo la lluvia para buscar un nuevo hogar en el cual refugiar a su amado cachorro.

Celo [MichiDou]|Omegaverse|(+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora