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24 Abril, 1915.

La niña de ojitos bicolores se encontraba arreglando felízmente su bolso de cuero con algunas de sus ropas, los libros que le regaló su padre y sus muñecas favoritas. Ese día, en dos horas mas iría a la casa de su Tío Fred, ya que comúnmente, cada tres meses, su padre la mandaba a quedarse durante unos tres días en la casa del pelinegro.

Al terminar, fue a la cocina a prepararse algo de comer a escondidas del ruloso, pues, este ultimo tenía la pasión de pedirle un poco a Liz lo que ella comía, y a ella no le gustaba mucho la idea de compartir su comida. Del refrigerador sacó queso, y de la bolsa de tela sacó un pan, abrió este y puso el queso entre los trozos de pan, armando así un sandwich.

Cuando estuvo a punto de darle un primer bocado a su sandwich de queso, escuchó una voz suave pero algo grave detras suyo.

---¿Me das?

La niña de ojos bicolores saltó del susto, volteandose. Ahí estaba un hombre alto de rulos y barbudo, apoyado en el refrigerador mientras miraba a la menor.

---No.

---Ay, por favoor.

---Nope ---quitó a su papá del refrigerador y guardó el queso en este ---¿Cuando viene el Tío Fred?

---Creo que en una o dos horas, o a lo mejor mas temprano, ¿Te enteraste de que la gata de la vecina se embarazó?

---¿Como es que te enteras de todos los chismes, papá? ---preguntò la menor, agarrando su sandwich.

---Yo no busco los chismes ---dijo ---los chismes me buscan a mi.

La menor rió un poco, y la misma duda de siempre llegó a su cabeza.

---¿Por que siempre voy a la casa del Tío Fred una vez cada algunos meses?

El rizado tragó saliva, y luego contestó.

---Vienen unos compañeros de trabajo a hacer algunas cosas, y los malditos siempre se emborrachan y terminan rompiendo algo, por eso es mejor que te quedes en otro lugar a dormir, para que no te molesten los ruidos.

La niña dudó, pero solo asintió.

---No sabía que tenías compañeros tan intensos, papá. Mis compañeros una vez rompieron el pizarrón.

---Cuando estaba en la Universidad también rompí un pizarrón.

Liz empezó a reir ante tal anecdota.

---¿¡Cuantos líos has causado en la Universidad?! ---preguntò entre risas.

---Demasiadas, hicimos un funeral con las mesas del salón ---contó ---Yo era el difunto, fuimos a pedirles comida a los de Gastronomía, y cuando nos graduamos rompimos y quemamos mi violín ----añadió ---no sabes como odio ese instrumento...osea, me gusta oírlo, pero no tocarlo. En fin, he hecho mas cosas, y algunas son mejor no contarlas, como cuando el profesor de educación física que era chileno nos mandó a bailar pascuense y me encerré en el baño... ---murmuró lo ultimo.

La niña rió mas.

---Oye papá ---dijo la menor al calmar sus risas ---¿Quien es mi mamá?

---¿Tu mamá?

---Sí, mi mamá.

---Es dificil de explicar...en otro momento te hablaré de ella, o mejor dicho de el... ¿Sí?

La menor asintió, el timbre de la casa sonó, haciendo que Bri saltara del susto y siguiera con este después del sonido. Caminó hacia la puerta y la abrió, abriendo igualmente sus ojos con susto.

Eran esos tipos.

---¿Por que...tan temprano? ---preguntó el ruloso, empezando a temblar un poco por el miedo.

---Preferimos llegar mas temprano porque en un rato mas tenemos que ir a una fiesta ---respondió uno de los hombres.

Antes de que alguien hablara, Liz caminó hacia su padre.

---Papá, ¿Esos son tus compañeros? ---preguntò la menor.

---Si, Liz, son ellos, ¿Te parece si vas mas temprano a la casa de tu tio? ---dijo el ruloso, sonriendole a su hija.

---¡Está bien! ---tomó su mochila, y le dio un beso en la mejilla a su padre ---¡Nos vemos luego! Y ustedes cuiden a papá ---se despidió la niña, saliendo de la casa.

Los hombres miraron a May.

---Asi que tienes una hija... ---murmuró uno de ellos.

Por un momento el barbudo se mantuvo en silencio, pero luego contestó:

---No le hagan nada...

---¿Por que lo ocultaste? ---uno de los hombres se acercò a May, tomandolo fuertemente de la camisa, asustandolo.

---Y-yo.. ---tartamudeó el astrofísico, temblando ante el miedo ---No quiero que la lastimen...

---Agradece que no le haremos nada mientras tu te dejes hacer lo que queramos...estupido ---le dió un gran puñetazo en el rostro al rizado, sacandole un quejido de dolor y haciendole retroceder un poco.

El rizado recibió otro puñetazo en su vientre, encurvandose hacia al frente por el dolor mientras sentía como lo arrastraban hasta el baño. Estrellaron su rostro contra el inodoro, mojando su rostro mientras volvían a golpearlo con fuerza, a la vez dejandolo demasiado tiempo con el rostro en el agua, impidiendole respirar. Luego sintió como quitaban su rostro del inodoro, le forzaron a abrir la boca, y entre quejidos le metieron dos dedos en la boca, tocando el inicio de la garganta del ruloso sin cuidado alguno para sacarle arcadas; Bri sintió nauseas, y al sentir algo subiendo por su garganta finalmente empezó a vomitar, vomitó unas cuantas veces, y al terminar, los hombres, sin asco alguno, volvieron a meter sus sucios dedos en la garganta de May, repitiendo aquel procedimiento.

---No dejarás de vomitar hasta que nosotros lo decidamos ---dijo fríamente uno de los hombres, tomando con fuerza el cabello del rizado.

Hicieron que el rizado soltara todo lo de su interior demasiadas veces, cuando decidieron que ya era suficiente lo llevaron al lugar de siempre, al sofá, quitandole bruscamente la ropa. Brian no tenía fuerzas, estaba debil por haber vomitado tanto, y no era capáz de huir por dos razones: Estaba debil y si lograba huir le harían algo a su hija.

...

Escuchó como aquel par de hombres se retiraban en su casa. El astrofísico yacía sin fuerzas en el sillón, el objeto y el mismo tenían manchas de sangre y fluidos corporales, el cuerpo del rizado estaba lleno de moretones, heridas sangrantes, mordidas y chupetones, todo le dolía, sus genitales tambien y de su entrada salía algo de sangre y tambien dolía demasiado, ahora aquellos tipos se habían pasado de la mano, desde el primer momento que se habían pasado de la mano.

Respiraba con dificultad, con unas muy pocas fuerzas se levantó del sofá, caminó debilmente hasta el baño y tomó una ducha fría y rapida para quitarse los restos de sangre y fluidos, sintiendose asqueroso aunque se estuviera bañando. Al terminar fue a su habitación, secò su cuerpo y se miró al espejo, no reconocía al hombre del reflejo. Se puso una camisa blanca y unos pantalones negros, sintiendo como sus ojos se humedecían, secandoselos al instante. Al terminar de vestirse fue a limpiar el baño y el sillón.

Liz [Maylor] 3RA TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora