Vivencias

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***

– ¡Achuu!... mmm – dijo un azabache removiéndose en la cama bastante aperezado.

– Papá, es hora de levantarse– mencionaba un niño de aproximadamente seis años.

– Mmm, cinco minutos más– respondió aperezado el hombre.

– La tía Miyuki dijo que si te levantabas a tiempo, te dejaría conducir.

– ¿Enserio?– dijo levantándose de la cama animado– ¡vamos, vamos!

El pequeño rio ante la acción de su padre y lo siguió descendiendo las escalas hasta llegar al comedor. Por su parte, el azabache movió su nariz y se deleitó con el buen olor y apariencia del desayuno.

– Inutaisho, ¿hiciste todo esto?

– Si papá– comentó feliz el niño.

– Buenos días Inuyasha– saludó la única mujer.

– Miyuki, espero que cumplas con lo del auto y no haya sido una broma para levantarme temprano.

– Te dejaré manejar– dijo divertida– pero con cautela, no queremos que pase lo de la última vez.

– Tsk... está bien– comentó el azabache mientras se sentaba.

– Sobrino, ¿ no te cansas de tener que preparar la comida? – expresó preocupada.

– Si a papá le gusta y puedo ayudarlo, no tengo problema– respondió educadamente el menor.

– Eres un gran niño Inutaisho– sonrió la mujer– nada que ver con el grosero de tu padre.

– Inutaisho es así de grandioso porque me tiene a mí de padre– respondió orgulloso.

– Ya, ya presumido, apresúrate que debemos dejar a Inutaisho en la escuela y luego me debes dejar en el hospital.

Comieron el desayuno y luego recogió la loza para lavarla. Mientras lo hacía, no podía evitar pensar en lo grande que estaba su hijo... habían sido ya casi siete años desde que pasó aquel portal y jamás pudo regresar a la época del Sengoku.

Todo había sido sumamente complejo en este lugar... el sitio donde sabía que Kagome había crecido y vivido. Familiarizarse con este contexto le permitió comprender muchas de las ansiedades y preocupaciones de su antiguo amor y se sentía bastante mal ahora por haberse burlado de ello. No podía negar que toda su vida había dado un giro de 360 grados, ahora estaba obligado a vivir más como un humano que como un youkai y su yoki interior le hacía añorar su época, no obstante, cuando veía el rostro de su hijo, esa sensación de anhelo se esfumaba... jamás pondría a Inutaisho en riesgo y menos quería que supiera de su origen.

Si no fuese por la ayuda de Miyuki, creía que no lo habría conseguido; era la única persona que conocía su verdadera apariencia e historia y quien le ayudaba constantemente a esconder su lado demoniaco. Pensar en su encuentro, le hizo sonreír.

Flash back

Cayó en el suelo debido al empujón que le dio aquella mujer; cuando se iba a levantar a reñirla, se dio cuenta que ya no estaba en el calabozo. Estaba muy oscuro pero podía notar las estructuras de cemento una encima de otra, al igual que los caminos.

Cuando utilizó su olfato, se dio cuenta que todo a su alrededor olía a humanos: – " ¿ estoy en la época de Kagome"– pensó y luego comenzó a caminar sin rumbo. Se sentía bastante perdido y desorientado, no tenía a quien preguntar o acudir. Se llevó la mano al vientre y recordó lo que se gestaba allí, pensar en esa criatura le complicaba más las cosas. ¿Sesshoumaru lo estaría buscando?, no lo sabía con certeza, pero aunque fuese muy fuerte, no tenía la habilidad para cambiar de dimensión.

El unificadorNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ