POV; cap. 7

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Me llevó semanas, pero no dejé nada al azar. Hoy era el día perfecto.

Alquilé una furgoneta, la equipé con todo lo necesario y partí. Iban a matarme, pero no me importaba en absoluto cuando oía su voz retumbar en mi cabeza deseando un momento más de esos.  Y yo también lo necesitaba. Aunque fuese una última vez.

El móvil sonó y vi el nombre de mi madre en la pantalla. Puse el manos libres.

—¡Alarick! ¿Dónde narices estás? —regañó—. ¡Son casi las doce!

—Buenos días a ti también, mamá. 

—No sigas por ahí. ¿Es que no te importa, aunque sea, el futuro de tu familia? ¡Dijimos que todos pondríamos de nuestra parte! 

Bien, os pongo al día. Como ya sabéis, debíamos cooperar entre nosotros para la imagen de la empresa. Hoy era uno de esos días y había un evento importante. Pero era el único día que tenía libre al completo, el único que había podido organizar, y me importaba más esto que un poco de dinero.

Así que no me presenté.

—Tómalo como una oportunidad para Jack, para que aprenda a desarrollar un nuevo papel —justifiqué.

—Alarick... —dijo en un suspiro—, sabes que soy la primera que te apoya y tan sólo te pedí que pusieses buena cara. Yo misma te estoy ayudando con el bar.

—Golpe bajo, mamá —dije—. Y no te falta razón. Pero, por extraño que te parezca, no estoy de fiesta, drogado o borracho. Estoy en algo muy importante y espero que lo entiendas. 

—¿Importante? ¿El qué?

—Tú sólo confía en mí. 

—Aly... —dijo casi en un susurro y se formó un pequeño silencio—. Al menos dime que asistirás a la gala benéfica.

—¡Mucha mierda, mamá! ¡Yo sé que podéis levantar la empresa sin mí!

Colgué.

Supe que me maldijo, que me tocaría otra sesión de gritos e insultos en el despacho de mi padre, pero me daba igual.  Había que romper la cadena. Todos debíamos aprender a no depender de los otros. 

Minutos más tarde llegué a su casa. Entré y me recibió la enfermera. 

—Buenos días señor Harris —sonrió amable.

—Buenos días —saludé—. ¿Cómo se encuentra hoy?

—Perfectamente. Lleva tres días como si volviese a tener veinte. 

Sonreí de lado.

—Perfecto, porque pasaré el resto de día yo con ella. Os podéis ir hasta las seis de la tarde. 

El rostro de la enfermera era de mera confusión.

—P-p-er...

—Allison, sé cómo cuidar de mi propia abuela. Y cualquier cosa tengo vuestro número y sé que vendréis lo más rápido posible. 

Dudó, hasta me observó como i intentase comprender si había algo detrás.

—¿La señora Harr...

—Por Dios, Allison. Que es mi abuela. No soy un maldito asesino en serie. 

Ella parpadeó, estupefacta.

—Está bien.

Desapareció, para luego minutos más tarde volver con unas hojas y dos llaves, y sus compañeras. Me lo tendió.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora