Epílogo

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La cálida y húmeda temperatura del verano aterrizó, llevándose consigo los cálidos pétalos de cerezo que creaban un espectáculo rosáceo en el parque principal de la ciudad.

Satoru pensó que la primavera duraría muchísimo más, pero el tiempo avanza a pasos agigantados y le aterra lo mucho que han cambiado las cosas.

La última vez que conversó con Suguru fue hace casi seis meses y se permitió poder trabajar en cerrar completamente el capítulo con él. Aquella noche marcó un antes y después en su proceso de sanación, ya que pudo seguir adelante, con su corazón libre de rencor, trabajando en recuperar la confianza en las personas y aprendiendo a amarse.

Porque ser egocéntrico no es sinónimo de tener amor propio.

Esa noche contrario a lo que creyó no lloró. Se sintió bastante mal por haberse comportado de forma impulsiva y haber besado a Getou, sobre todo si no estaba seguro de sus sentimientos por él. Fue un momento que atribuyó a la debilidad de su alma, a la vulnerabilidad que le mostró a Suguru y la contención que necesitó por tanto tiempo. Ahora que mira hacia atrás se ríe, porque el Satoru de hace poco menos de dos años nunca hubiese creído que sería capaz de perdonar a Suguru.

Ya nada duele, la vida pareciera sonreírle con calidez y las oportunidades de ser feliz han aparecido frente a su camino con generosidad.

Sigue viviendo en el mismo apartamento, ha cambiado los muebles y pintó las paredes de un color esmeralda que contrasta con su piel blanca. En suma, decidió dejarse llevar por el blablá de su adorable sobrino y terminó adoptando una mascota, a un gato Sphynx que nombró "Niwa" de la palabra Niwatori, por su terrible parecido a un pollo descongelado.

Sus muebles eran caros, así que no iba a permitir que se ensuciaran con pelo de gato. Por eso optó por una raza que no botara bolas de pelo, pero gastaba una cantidad estúpida de dinero en productos para proteger su piel.

Ha conocido a un montón de nuevas personas, frecuenta la casa de Shoko, suele cenar todas las semanas con Haibara y Nanami y cada cierto tiempo saca de paseo a los tres jóvenes que quiere tanto. Su trabajo se mantiene igual, no ha querido recibir nuevos pacientes, así que trabaja con los mismos de siempre. Su terapeuta lo ve una vez al mes y los ansiolíticos han desaparecido de su día a día, a excepción de una pastilla SOS que guarda en caso de que sus crisis de ansiedad sean incontrolables.

Tal y como los odiosos dichos que detestaba, al final pudo terminar de sanar.

Se siente en armonía, con todo aquel que lo rodea.

Sigue pensando en Suguru, porque ahora que el odio no existe, le guarda un cariño enorme. Le gustaría que pudieran volver a encontrarse, formar una amistad desde cero y quedarse en ese término; antes de ser pareja, primero fueron amigos y compartieron ocasiones llenas de felicidad.

Esos momentos fueron opacados por el daño que le causaron sus acciones, por lo que momentáneamente terminó olvidándolos y dejando que los instantes negativos se apoderaran de su mente. Sin embargo, ahora que no existe la ira en su ser, puede recordar a la perfección el bonito camino que construyó con Suguru.

Unos arañazos en sus piernas lo sacan del trance, recordando que estaba a mitad de arreglarse para una fiesta.

Nanami había organizado una pequeña cena entre las familias más cercanas; los Kento, Fushiguro, Itadori, Gojo y Kugisaki. Por esta vez quiso ir, ya que Shoko le aseguró que estaría con Utahime y que podrían pasar un buen rato contándose chismes de su último viaje de trabajo.

Quería hacer vida social, últimamente pasaba encerrado en trabajo y más trabajo, tenía que permitirse de vez en cuando distraer un poco su mente.

Y algo más interesante, Nanami le preguntó si podía invitar a Getou a la fiesta. Era consciente de que le guardaba un cariño especial y no se negó; de hecho, más entusiasmado estaba de asistir, quizás podrían tener una conversación bastante provechosa.

❝Save Your Tears❞ 「SatoSugu」Where stories live. Discover now