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No se ilusionen tanto, no suelo escribir cosas así por lo que no tengo tanta experiencia así que será algo un poco sutil, al menos espero que lo disfruten y sea de su agrado. ¡Gracias por su atención!




𝕻𝖔𝖘𝖙 𝕸𝖔𝖗𝖙𝖊𝖒

Se dice que hubo un tiempo en que algunos dioses se apiadaron de los mortales, dioses que al no poder darles la eternidad al menos concedieron una alma fuerte y capaz de soportar cualquier delirio siempre y cuando tuvieran control en si mismos o tuvieran un recuerdo latente en su interior que les aferrara a la existencia.

Como todo lo bueno, también hay algo malo. La duración de las almas fue descontrolada debido a un Dios que abusó del poder, por ende, fue creado un ente capaz de llevarlas al descanso eterno, una vida nueva o una destrucción mortal.

La Muerte.

Un Lobo gris, comandado por sus impulsos de depredador, las hoces de Inframundo eran sus armas usadas para dejarte o una herida de por vida, el susto de tú existencia o la decadencia total de tú alma a un destino distinto al provisto. La muerte no tenía fecha ni lugar, era un ser sin alma vagante sobre la tierra de los mortales que llegaba en el momento justo para cobrar las almas de aquellos incapaces, aquellos en agonía o aquellos que solo ya no tenían fuerzas.

- ¿Encontraste lo que buscabas?

- No.

- ¿Era necesario todo esto?

- No.

Un leve gruñir salió de él, nuevamente había fallado en su búsqueda, al menos no en su trabajo. Dió la vuelta sobre si mismo, que asco estar allí.

Trás de si dejaba una bar, si antes era de mala fama ahora lo sería más. Un mar de cadáveres había allí, las paredes manchadas y el suelo hasta no poder de sangre de seres mortales incapaces de valorar ni su vida ni la de otros, era repugnante y el olor fétido de los cadáveres empezaba a esparcirse por el lugar

- Oye no te vayas, Lobo. ¡No puedes dejarme esto a mí! - Miro un cadáver que se encontraba cerca, un ojo estaba fuera de su cuenca y no había allí nada más que un simple vacío rojo oscuro que cala en su huesos. Ugh, estaba irreconocible.

- También llevas almas, hazte cargo.

- ¡Ah! ¡Yo soy el segundo ciclo! No puedo hacer tu trabajo. - Queja tras otra salieron de él mientras seguía al más alto a las afueras del pueblo.

- Entonces haz lo que te pedí.

- Lo intento, pero es un alma perdida.

Lobo suspiro, a pesar de los años aún sigue escuchando la misma excusa de parte de su compañero y ya se estaba cansando, muy en el fondo él sabía que su amado aún seguía por ahí. Debía estarlo.

- ¿Y sí su alma ya te olvidó? ¡Uy! - La hoz se acercó veloz y amenazante a su cuello, rápidamente levanto sus patas al aire en son de paz.

- Deje mis huellas en su alma y él mismo me aseguró que no me olvidaría, que grabaría en su propia existencia la mía. - Intencionalmente el lado más filoso estaba de apoco, centímetro tras centímetro entrando en contacto con la carne de su yugular. - Conozco a mi Gato, él no me faltaría.

- ¡Ya, perdón! Haré lo que pueda.

- Lo que puedas y lo que no, lo posible y hasta lo imposible.

- Ah, lo imposible ya lo estás haciendo tú.

Una sombra en una esquina bastaba para hacer desaparecer al lobo mayor y sacarlo de la zona. El ente menor acaricio su cuello y volvio la mirada atrás para ver el bar, tenía trabajo que hacer.

𝕻𝖔𝖘𝖙 𝕸𝖔𝖗𝖙𝖊𝖒 -  𝕻𝖚𝖘𝖘𝕯𝖊𝖆𝖙𝖍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora