Capítulo 1: Sagun ichung (Lealtad a su señor.)

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Aeropuerto Internacional de Incheon...

Eran casi las 5 de la tarde, el vuelo directo de Rusia se había atrasado un par de horas, claro que eso no incomodaba a los sujetos que, vestidos con trajes elegantes y del mismo color, esperaban a su nuevo jefe. Era menester llevarle seguro a casa, si bien no era el único hijo de aquel poderoso hombre de negocios, era sangre de su sangre, pese a ser ilegítimo. Además, adoraba a ese chico, nunca le dio problemas en absoluto, cada vez que lo veía se notaba que se sentía agradecido y feliz de verle, no le dio cantidad de tiempo, es cierto, pero si calidad, y su madre, tan diferente a su esposa que simplemente no pudo resistir esos encantos. No es que estuviese orgulloso de haber tenido un hijo fuera del matrimonio, no era ni el primero ni el único en su familia que pasaba por una situación así, él mismo tenía un par de hermanos que no compartían si quiera el apellido, por ende, ni una pequeña porción de la riqueza de la familia Hong.

Él no iba a ser como su padre, reconoció al pequeño nada más nacer, si bien no se parecían casi en nada físicamente, no dudó en absoluto de la madre del niño, si ella decía que era suyo lo creería totalmente, por lo que le dio todos los derechos que tenían sus dos hijos legítimos, tuvo al alcance de su mano las mismas posibilidades de estilo de vida, educación... bueno, casi todas, lo único que se le prohibió por órdenes de su propia abuela paterna, fue el vivir con su padre.

- ¡Al menos ten la decencia de criarlo lejos de aquí! – él no podía hablar el idioma de forma fluida, pero lo entendía totalmente, apenas tenía 5 años cuando la mujer gritó a voz en cuello aquella frase, y su dura mirada se clavó en ese pequeño que solo atinó a encogerse con algo de miedo. - ¡tu deja de verme de esa manera! – sintió cómo le señalaba acusadoramente – ¡tus ojos son una desgracia para esta familia... y ese cabello! ¡A todas luces se nota que es tu hijo bastardo! – esta vez volvió a gritarle a su padre.

Luego de eso solo sintió las manos del hombre tomarle de los hombros para alejarse de ahí, no solo de la mujer sino de la casa también, no deseaba que su hijo fuese tratado de esa manera, comprendía a su madre o al menos lo intentaba, a ella le interesaba más que nada guardar las apariencias ante la sociedad, una sociedad que esparcía rumores a primera oportunidad, esa sociedad hipócrita que hacían las mismas cosas y que simplemente lo sabían ocultar mejor, sin embargo el pequeño no tenía la más mínima culpa. Si quería sentenciar a alguien debía ser a él mismo, pero tenía, según su madre, un matrimonio perfecto, con una esposa perfecta – que ella misma escogió – y DOS hijos perfectos que no merecían criarse con el bastardo ilegítimo.

-No te diré que perdones a tu abuela, lo que dijo no fue en absoluto adecuado – habían subido a uno de tantos autos, como siempre el guardaespaldas de su padre era quien manejaba - pero la culpa es mía, no tengo corazón para sacarla de casa, es una persona mayor ¿lo entiendes verdad? – le pregunta acariciando su mejilla para quitarle esa lagrimilla que bajaba por su tersa piel, en la cajuela las maletas que no pudo si quiera dejar en esa habitación que el mayor había decorado para él con todo su cariño.

Nota al menor asentir, se da cuenta que esos ojos están bastante llorosos y muestran cuan lastimado se sentía, se culpa así mismo por admitir que le hieran, la madre del pequeño le dijo que eso pasaría, pero no quiso creerlo. Lo mejor era dejarlo con ella, sabía que lo criaría grande y fuerte, aunque esperaba que no demasiado grande.

-No les permitas saber que te han lastimado, las personas buscarán siempre tus puntos débiles, aunque grites y patalees en tu habitación, jamás dejes que vean que consiguieron lo que querían. Se fuerte ante ellos, y así serás tú el más fuerte.

Esas fueron las últimas palabras de su padre antes de dejarle en el aeropuerto, no podría llevarlo personalmente debido a que necesitaba regresar a casa y arreglar las cosas con su madre, no es que fuese a pedirle perdón por llevar a su hijo, simplemente iba a poner los puntos sobre las íes para que no se metiese con el pequeño nuevamente, pues sabe de sobra que si ella se lo propone, no importaba la distancia, podría llegar hasta él. Prefería tenerlo lejos, pero a salvo, la ambición de toda la familia, el ambiente en que vivían, ahora que lo pensaba mejor, no era nada sano para su retoño.

HWARANGWhere stories live. Discover now