Capítulo 3

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-Maravilloso chicos. ¿Quieren ir a comprar helados? Yo invito. -Eran las 4:00 de la tarde de un domingo a inicios de enero y terminábamos un ensayo agotador, por lo que decidí invitar a mis compañeros a tomar helados y claramente todos aceptaron.

-Drey me acaba de llamar Evan diciendo que mis padres están en el aeropuerto y él no puede pasar a recogerlos pues está ocupado. ¿Podrías acompañarme? -Preguntó Emma acercándose. Los señores Stanley habían viajado a España por motivos de negocios y extendieron su viaje para visitar a Camile en la universidad.

-Por supuesto Em, vamos juntas. -Acepté. -Chicos nos vemos luego, tenemos algo que hacer. -Dijimos a modo de despedida  y nos fuimos en el auto de mi amiga hacia el aeropuerto, al que llegamos diez minutos después. Recorrimos el lugar con la mirada y rápidamente vimos a sus padres, que comenzaron a caminar hacia nosotras con ansiedad. El señor Edward Stanley era un hombre de 47 años, de gran estatura y consistencia robusta, elegante y apuesto con cabello, barba y ojos oscuros al igual que Evan, de temperamento fuerte pero agradable y su esposa, Caytlin Stanley era una bonita y elegante mujer de 45 años, también de gran estatura y figura esbelta, de cabello rubio, ojos azules y tez pálida al igual que sus hijas y temperamento dulce.

Mientras observaba a los padres de mis amigas deseando interiormente ver a mis padres en su lugar mi vista se desvía, pues no venían solos, había alguien más con ellos. ¿Era posible que la rubia de cabello ondulado que venía con ellos fuera...?

-¿Camile? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No venías en seis meses? -Preguntó Emma sorprendida abrazando a su hermana mayor interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.

-Si queréis me regreso a Barcelona. -Contestó mi amiga cruzándose de brazos y yo aún estaba sorprendida.

-Por supuesto que no, ya suficiente tiempo nos abandonaste cundo te fuiste a estudiar a España. -Hablé abrazándola cuando llegó mi turno.

-Yo vine el año pasado en las vacaciones de verano y ahora estoy aquí y no pienso volver a irme. -Contestó mientras saludábamos a sus padres.

-¿Te quedarás? -Le preguntó Emma emocionada.

-Sí, ya estoy graduada y buscaré trabajo aquí en Minnesota. -La miramos confundida. -Os mentí ¿vale? Mi año terminó hace dos semanas, solo tardé en regresar porque mi graduación fue ayer en la noche. -Confesó y la miramos mal. -Quería sorprenderos, no me reclaméis por ello y disfrutadme.

-¿Almorzamos juntas? Tenemos mucho de qué hablar. -Propuso Emma, estaba emocionada, no nos esperábamos la llegada de Camile tan pronto.

-Buena idea ¿McDonald’s o comida china? -Pregunté.

-McDonald’s claro está -Respondió Camile rápidamente. -¿Papá podéis iros en un taxi y nosotras nos vamos en el coche de Emma?

-Si cariño, cuídense y no regresen tarde. -Respondió cordialmente su padre y nos dirigimos al McDonald más cercano. En el trayecto Camile nos hizo que escucháramos música española y el viaje osciló entre Melendi, Rocío Dúrcal, Pablo Alborán, Diana Navarro, David Bisbal y Antonio Orozco quienes si no hubiesen estado acompañados de la poco armoniosa voz de mi amiga se hubieran escuchado muy bien.

-Tres hamburguesas con papas y tres malteadas de fresa. -Le dijo Emma a una chica que vino a tomar nuestro pedido cuando ya nos encontrábamos en una mesa del McDonald cercana a una ventana.

-Enseguida lo traigo. -Respondió la joven.

-¿Quién comienza a hablar? -Preguntó Emma cuando la chica se había ido.

-Nuestra chica española y olé. -Me burlé y Emma y yo nos comenzamos a reír y recibimos una mala mirada de Camile.

-No os burléis de mi acento. -Habló Camile fingiendo estar ofendida. -No creo tener mucho que contaros, terminé con Paco la semana pasada y ahora estoy aquí con vosotras. -Habló de forma desinteresada.

El Baile de las SombrasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant