Capítulo Uno

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THOMAS

Scarlett estaba sentada justo enfrente de mí y yo no podía dejar de mirarla. Sus bonitos mechones rubios se balanceaban con cada movimiento que hacía y esos ojos azules como el mar en pleno verano hacían que mi corazón se acelerara como si fuera el motor de una locomotora.

Sin embargo su madre me miraba de reojo. Y podía entender el porque. Ella tuvo a Scarlett muy joven y no quería que le pasara lo mismo que a ella. Pero yo no era así. No era como Billy que lo unico que le importaba era el sexo. A pesar de que ambos éramos hermanos gemelos, éramos tan diferentes el uno del otro.

Billy seguía sin dirigirme la palabra desde que se enteró que estaba saliendo con su ex novia. Pero a mí eso no me importaba...¿Que quería que hiciera si Scarlett y yo nos habíamos enamorado el uno del otro?

—¿Cómo fue tu día Thomas?—preguntó Scarlett.

—Nada especial...—respondí—Lo de siempre. Arreglar motores y esas cosas que suelo hacer...—Trabajaba como mecánico en el taller de mi tío. Desde pequeño siempre me había llamado la atención los coches, las herramientas, los motores, en fin, que desde pequeño siempre tuve claro que iba a acabar siendo mecánico como mi tío—¿Qué tal fue el tuyo?

Scarlett terminó de comer los restos de la pasta que había en su pasta y se limpió con una servilleta los restos de tomate frito que tenia por la cara. Incluso limpiándose los labios Scarlett no dejaba de ser tan guapa.

—Nada. Trabajé. Lo único destacado del día es que a Sue se le cayó un café hirviendo encima de ella. La pobre pegó un grito que por un momento pensé que se había caído y se había roto un hueso o algo parecido

Reí. Aunque había visto en pocas ocasiones a Sue me imagine la situación y no pude evitar haberme reído.

—¿Qué tal Scarlett si me ayudas a llevar estos platos a la cocina?—preguntó la madre de Scarlett mientras se levantaba de la silla.

Scarlett nunca le decía a su madre que no, así que se levantó, apiló todos los platos que había en la mesa y se los llevó a la cocina.

—¿Es guapa? ¿Eh?—dijo la abuela de Scarlett con una sonrisa pícara.

Asentí con la cabeza.

Saqué el móvil de mi bolsillo y miré la pantalla de bloqueo a ver si me había llegado algún mensaje o algo que llamara mi atención. No había nada.

—Thomas...—dijo Scarlett desde la cocina—¿Quieres un café o un té?

—Una manzanilla si puedes. He cenado demasiado la verdad.—respondí.

Había cenado un plato grande de pasta y un poco de risotto de verduras y me había llenado bastante. Y lo único que quería era no vomitar en la casa de Scarlett.

—¿Y tú, mamá? ¿Quieres uno?—preguntó la madre de Scarlett desde la cocina.

—No gracias. No hace falta.—respondió la abuela de Scarlett.

Después de la cena todos nos sentamos en los sofás del salón y hablé con la abuela de Scarlett sobre el último partido de fútbol. Tenía suerte de que tuviera a alguien cercano a mi que le gustara el fútbol. Scarlett no parecía muy interesada en nuestra conversación pero nos escuchaba atentamente. Su madre miraba su móvil pero de vez en cuando nos miraba a mí o a su madre.

—Ese gol tendría que haber sido penalizado...No me explico como el árbitro pudo haberlo dado por válido...—dijo Lisa y asentí con la cabeza. Aunque no estaba prestando mucha atención a sus palabras.

Somewhere Only We KnowWhere stories live. Discover now