Capítulo 10

5.1K 562 67
                                    

Ellie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ellie

Mi existencia está igual que mi agenda. Casi vacía. Desde mi asalto hace casi un año, todo me cuesta tanto, y por culpa de esa bestia que aún está suelta, tengo secretos que no le he contado ni siquiera a mi mejor amiga. El que no le diré porque me avergüenza. Eso es lo que hago últimamente. Mentir. Sonreír. Brillar desde mi oscuridad. Soy como un payaso que cubre la fealdad que hay en su alma maquillando su rostro con normalidad. Es agotador y peligroso fingir tanto, sé eso, pero debo seguir haciéndolo.

Detengo mi escritura dejando mi agenda en el suelo sintiendo que mis mejillas se colorean y enseguida espanto todo pensamiento sobre ello porque no estoy haciendo nada malo. Estoy bien gracias a esa pequeña dependencia al diazepam. Mi psiquiatra me la quitó gradualmente a los tres meses de tratamiento y después volvió el caos a mi mundo, pero entonces recordaba cuanto me ayudaban esa pequeña tableta, esa sensación relajante que nada podía jamás igualar, y como ya sabía que en el pub frente a la editorial murmuraban sobre el Pulpo y su mercancía, cosa que nunca pensé en consumir, fui a verlo.

—¿Qué hace una princesa tan hermosa como tú fuera de su castillo? —cuestionó mirándome mientras fumaba recostado en una pared de ladrillos, y sin rodeos le dije mi pedido—. No tengo eso conmigo ahora, pero puedo conseguirlo —me aseguró.

—¿C...cuando? —murmuré ansiosa mirando a todos lados.

—Mañana a mediodía —contestó lentamente—. ¿Podrás resistir hasta entonces, princesa?

—P...puedo. Creo —hice una mueca de duda porque sabía que no podía. ¡Estaba desesperada! Y sería otra noche de insomnio. De pánico.

—Puedo darte otra cosa mientras tanto...

—¡No! —dije demasiado fuerte mirando alrededor—. Esperaré. 

Se encogió de hombros diciendo: —Está bien, te veré aquí a la hora acordada.

Y fui. Y sigo yendo.

Y nadie se enterará jamás de mi debilidad.

Pero lo que no oculto ni finjo nunca, es la verdadera preocupación que siento en mi corazón por Lorelle, porque ella sigue arriesgándose con su libro documental después de la fatídica experiencia con el club las Serpientes. Ella es más fuerte que yo, se recuperó y volvió con nuevas fuerzas y esperanzas a esa ciudad. Pero nadie me saca de la cabeza que ese antro Dragón es igual al de esas víboras drogadictas porque mi desconfianza y mi creencia de que la gente sigue siendo mala y depravada allá fuera es muy real.

Suspiro sintiéndome exhausta y debería estar descansando porque me espera una ardua semana laboral que sinceramente no sé cómo la enfrentaré, pero solo conozco el descanso químico, no el natural, y a las nueve de la noche del domingo estoy bien despierta, ansiosa, temerosa y encerrada en el baño porque escuché un fuerte ruido fuera. Llamé a seguridad, pero me dijeron que no había nadie por los alrededores. Eso no me tranquiliza y estoy tentada de tomar otra dosis de diazepam porque ya pasó el efecto de la primera, relajándome tanto que dormí sin soñar. Eso es lo mágico de esta bendita píldora. La tengo ahora en mi mano, solo tengo que tomar agua del lavabo, pero eso significa levantarme del suelo y no quiero mover mi cuerpo agarrotado. Así que mejor la trago en seco porque no quiero perder tiempo. No quiero pensar. No quiero temerle a nada. Solo quiero paz. Desconectar todo de mi mente y caer en el dulce olvido...

Conectado a ti (Dragon's Family Series #4) CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora