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Observé con detenimiento el mismo vídeo que ya había visto el día anterior y horas antes juntó a mis dos hermanos. Claro, ahora lo veíamos con los demás excepto cinco que no a querido venir porque tiene cosas más importantes que hacer. Se supone que yo iba a ayudarlo pero ésto me concierne demasiado como para dejarlo pasar.

¡Y sí pude escaparme del secuestrador de cinco!

Fue gracioso, de hecho aproveche el momento en que Luther llegó a la furgoneta con Klaus. Hay que aclarar que me sentí una maldita presa, sentí hasta miedito de que cinco se diera cuenta por el simple hecho de lo que yo misma había creado en mi cabeza horas antes. Pero al menos estoy aquí.

El video dejó de reproducirse para que la batalla infernal comenzará de pronto. Aquí siempre han habido dos bandos.

Luther=eterno niño de papá.

Diego=eterno defensor de mamá.

Los otros integrantes varían entre los bandos, excepto por Allison que siempre ha sido de las que defiende el punto de Luther por lo tanto si lo hace ahora no será una sorpresa para nadie.

Me senté en el sofá para disfrutar del espectáculo, porque adoro ver el mundo arder aunque claro, no arder en él. Eso está de la jodida mierda, nadie quiere tener problemas.

Coloque un cojín encima de mis piernas luego de haberme sentado con las piernas cruzadas, mirando expectante hacia los chicos.

Todo estaba comenzando y se ponía bastante bueno como metodo de entretenimiento hasta que la silueta de una persona me llamó la atención y casi me dio un infarto. Me incorporó de golpe para ir a la sala de entrada a enfrentar a la persona que había visto y que por nada del mundo esperaba ver en la Academia porque no tenía absolutamente nada que hacer aquí.

Lo observé con el ceño fruncido en cambio el estaba asombrado mirando hacía los alrededores con mucha pero mucha atención, inspeccionó cada rincón del lugar con una sonrisa de satisfacción.

Aclaró mi garganta para llamar su atención y me cruzó de brazos mirándolo de forma impenetrable, asesinando su cuerpecito y brindándole un sermón.

──Hola... ¿Estas ocupada?

Asentí dubitativa.

──¿Que haces aquí, Jimmy? –preguntó de forma inmediata sin perder tiempo–. No deberías estar aquí, fui clara cuando te lo dije.

Desvío la mirada y luego entorno los ojos.

──Queria hablar contigo, Dios solo era eso ¿si? No puedo hacer todo lo que tú dices y no puedes mandarme como a un niño, además algo ocurrió contigo.

──Por supuesto que se lo mucho que quieres hablar conmigo porque aquí estás –respondi molesta.

──Quiero saber que pasa contigo, ocho. El otro día me sacaste de tú casa como si nada... Y cuando volví había un niño, ¿quién era?

La mención de cinco me tensó completamente, eso era algo que no sabía ¿en serio lo había visto?

Me preocupaba que eso le molestara, pero nuestra relación no se basaba en eso ya no. Jimmy y yo finalizamos nuestra relación en el momento en que ocurrió la tragedia, en que yo me volví físicamente una niña y el siguió siendo un adulto físicamente. Aquello nos afecto de una manera increíble, para ninguno de los dos la situación era normal y aún con la explicación ilógica de lo sucedido eso no bastó para que terminará.

Si estabamos juntos en el tema del bebé, pero no amorosamente o algo así porque Jimmy aún creé que tiene el derecho de pedir explicaciones y trata de dar muestras de afecto. No niego que me gusta que este para mi siendo una persona presente en el embarazo, pero ¿ya no me gusta? ¿Ya no lo quiero de esa forma? No lo se.

A broken promise || Five Hargreeves #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora