Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
+ * . +21⠀. ⁺⠀. ⁺
- Es un hijo de puta. - Susurraste entre dientes y tu sangre enervó.
Habías ido al baño y Leandro se encontraba charlando junto a una modelo del evento, sin embargo se encontraban demasiado cerca y muy sumidos en su interesante conversación.
Tanto que tu pareja ni siquiera notó tu presencia a su lado y continuó charlando con naturalidad, junto a una sonrisa, mientras que la modelo te observaba de reojo, ignorandote.
- ¿De que tanto hablan? digo, para reírme yo también. - Escupiste con falsa diversión. Tu rostro expresaba la gran disconformidad que sentías.
- Nada, amor. - El mediocampista te sujetó de la cintura, presentándote ante la rubia vibora. - Lia, ella es mi mujer, amor, ella es Lia. - El orgullo de presumirte se notaba en su voz.
- Ay, un gusto, linda. - La modelo sonrió falsamente y le diste una mirada de asco.
- Ajá, ya nos vamos igual. - Tu mano buscó la del Jugador y tiró de ella hasta alejarlo de aquella mujer quien te dedicó una mirada llena de desdén.
No le soltaste la extremidad hasta que llegaron al auto, el adverso solo se dejó arrastrar por vos presintiendo lo que se le venía.
No fue hasta que llegaron al departamento que recién se dignó a pronunciar una palabra.
- Amor, ¿estás enojada? - Su rostro de perrito mojado y su labio abultado hicieron que tu estómago dé un vuelco. - Perdoname. - Rogó con sutileza a la vez que sus grandes manos rodeaban tu cintura cubierta de un lindo vestido negro.
- No te hagas el boludo, Leandro. - Escupiste soltándote de su agarre para confrontarlo. - ¿No viste como se te hacía la linda? esa trola, la voy a matar. - Golpeaste su pecho y unas ganas de vomitar te sacudieron el cuerpo. - Vos sos mío, hijo de puta, sos únicamente mío. - Renegaste.
Tu corazón iba a mil, detestabas sentirte de esta manera pero no podías evitarlo.
Leandro atinó a sonreír, el sabía como te ponías cada vez que hablabas con una mujer ajena a ella y eso le encantaba.
- Soy todo tuyo, mi reina. - Acarició tus glúteos antes de apretujarlos con violencia.
- Obvio que sos todo mio. - Lo tomaste de los hombros para poder unir sus labios con los tuyos en un beso desesperado, donde el choque de dientes y lenguas fueron la atracción principal.
Donde tus manos acariciaban el cuello y parte del pecho de tu hombre que poco a poco se agachaba como de costumbre, listo para su comida del día y finalmente el beso necesitado se rompió dejando un pequeño hilo de saliva que los conectó por un segundo antes de separarse por completo.
