capitulo cinco

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Termine de pagar las compras que había hecho mientras esperaba a Mateo dentro del chino. El mismo, me envio un mensaje, avisándome que ya estaba afuera.

Salí, y me hizo un juego de luces, por el cual pude identificar su auto. Era un buen auto, de alta gama; de ese tipo que se gana tu mirada en la calle, dónde hay doscientos mil autos más.
Mateo era un cheto, alguien con plata, y no solo lo material lo dejaba en evidencia.

Suspiré, y camine hacia el auto, subiendome a este, acomodando las bolsas en el piso, entre mis piernas. Cerré y lleve mí mirada a él, quien me miró con algo de preocupación.

—¿Todo bien?— pregunto, en el mismo tono que tenía al final de la llamada.

—Si, gracias— asenti, acercándome para dejar un beso en la mejilla de él, quien pareció sorprendido pero reacciono al instante.

—No es nada— murmuró, reincorporandose en el asiento. Yo lo mire y sonreí, sin despegar mis labios.

—¡Hola!— el menor se asomo entre medio de los dos asientos, y yo lo mire, para sonreír.

—Hola emi— saludé alegre, pasando una mano por su pelo, despeinandolo un poco.

—Hola Zoe, ¿donde está Isa?— pregunto, dejando que su sonrisa sea reemplazada por un leve puchero.

—Isa está en la casa de su abuela— asenti, y lleve mí mirada a Mateo, quien me miraba fijamente mientras encendía el auto—. ¿Que?— alce una ceja.

—¿Me vas a decir dónde vive su abuela? Así buscamos a Isa— musitó con obviedad, con ese tono que odiaba, y que me hacia acordar porque él me cae muy mal.

—A si... Atrás del parque Rivadavia— asenti, acomodandome en el asiento—. Gracias, en serio— murmure, mirándolo de reojo, viendo como comenzaba a conducir.

—No es nada Zoe, posta— se encogio de hombros y sonrió con levedad, sin mostrar sus dientes, mientras llevaba su mirada a las calles.

Sentí mí celular sonar en mí bolsillo, y lo saqué, viendo una llamada entrante de Agustín. Rodee los ojos y atendí—. ¿Que?.

—¿Donde estás? ¿Llegaste bien a tu casa?— cuestiono, en un tono raro.

—Si— me límite a responder, mientras movía mí pierna nerviosa, llevando mí mirada a la ventanilla.

—Zoe...— lo oí suspirar—. Perdoname, no se que me pasó, yo...— lo interrumpí.

—No puedo hablar ahora, estoy ocupada, después te escribo, ¿si?— antes de que el pudiera responder, continúe hablando—. Me deje la billetera en tu casa, si podes, ¿se la das a Lauti para que se la lleve al cole mañana a Isa?— pregunté, llevando mí mirada a Mateo, quien me miraba de reojo.

—Bueno, dale— murmuró, soltando un bufido.

—Nos vemos— sin decir nada más, ni dejarlo despedirse, corte la llamada. Entre a WhatsApp y le avisé a mí tía que estaba en camino, para que Isabella ya estuviera lista.

Luego de unos minutos, y de algunas indicaciones para Mateo, estacionó frente a la casa de mí abuela; la madre de mí mamá.
Lo cierto, es que con ella solo cruzaba las palabras justas y necesarias.
Nunca estuvo presente en mí vida. Siempre crítico a mamá por haberme tenido, con la escusa de; "sos muy chica, te cagaste la vida". Algo que en su momento me afectó, pero aprendí a ser indiferente.

Con Isabella fue diferente, fue y es alguien a quien siempre mimo y adoro, al igual que Isabella a ella.

Luego de que mamá falleció, mí abuela, quiso que Isabella fuera a vivir con ella, quedarse con su tenencia, pero mí hermana eligió quedarse conmigo. Sin embargo, fin de semana de por medio, Isa va a quedarse ahí, ya que disfruta jugar con sus primitos y ver a mis tías.

sueños | truenoWhere stories live. Discover now