VII

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Dos semanas habían pasado desde el último suceso y las peleas matutinas eran continuas cosa que ponía nervioso al canario, porque no sólo tenía que intervenir repetidas veces en las peleas que iniciaba su amigo si no que también tenía que soportar a sus amigos y ahora pareja Ferran y Eric, que para su mala suerte peleaban constantemente por absolutamente todo y no, no exageraba. Aunque también le parecía absurdo el echo de que a los segundos estén dándose mimos y disculpándose, para después seguir peleando de quien ama más a quien.

Solo con tener la imagen en mente de un castaño de dieciocho años encima de Ferran a punto de darle un golpe harto de las molestias continuas le aterraba, ante situaciones así solía ponerse nervioso y cabrearse pero realmente cabrearse, nadie quisiera ver a Pedri cabreado, porque realmente no es nada amigable.

Le parecía absolutamente ridículo que siendo uno de los más pequeños siempre sea él, el que tenga que intervenir cuando sus compañeros se ponían a pelear por cualquier tontería y no solo de Ferran y Gavi, si no también de otros, Pedri era el único que podía poner orden a las estupideces de sus compañeros.

Sabía que probablemente entraría y se encontraría con una escena como la de todas las mañanas, Un Gavi completamente rojo por el enojo y un Ferran con una sonrisa amarga haciendo enojar mas al menor.

Entró confiando y rezando a todos los seres probablemente no existentes que no se repita la escena de todos los malditos días.

-¡Eso es mío!- Gritó el andaluz que tenía un tono rojizo en su rostro por el enojo.

-¡Que no! No seas terco Niño- Soltó el mayor de ambos mientras se aferraba a una prenda de color negro.

Soltó un largo suspiro sonoro haciendo que ambos voltearan sintiendo una gran vergüenza sabiendo que saldrían regañados, otra vez.

Oyó un "gracias" proveniente de Eric que estaba al borde de perder la paciencia.

-Sois unos malditos críos- bufó mientras pasaba las manos por su rostro perdiendo la paciencia -¿Por qué peleabais?-

-Esa camiseta es mía- Dijo el menor señalando a Ferran en tono acusatorio -No me la quiere dar-

-Es mía- bufó mientras la aferraba más a su pecho como si el menor se lanzaría a quitársela.

-Joder... Estáis hechos unos...- suspiro tratando de no perder la poca paciencia que le quedaba -¿No habéis pensado en fijarse la talla? Gavi tiene una talla menos que tú Ferran-

Los mencionados se miraron repetidas veces porque realmente se concentraron más en la estupida discusión antes que eso, el menor se acercó a Ferran arrebatándolo la prenda para poder fijarse la talla de esta.

-Es mía ¿Ves?- dijo el menor mientras sonrió victorioso.

El valenciano simplemente bufó mientras terminaba de alistarse para salir a entrenar.

Gavi por su parte abrazaba la prenda como si fuera la cosa más importante del mundo para después guardarla en su maletín.

Pero había algo más que le atormentaba a Pedri, más importante que las peleas constantes de sus compañeros, el echo era de que hace unas semanas había perdido un videojuego pero no era cualquiera era uno que le habían regalado sus padres cuando era un crío, le había cogido demasiado cariño, si, hasta a un videojuego podía cogerle cariño Pedri.

Su hermano le repitió varias veces que podría comprarse cientos de esos si así lo quisiese pero él no entendía, era diferente, era especial, se lo había regalado sus padres hace mucho y no iba a parar hasta encontrarlo pero ¿Donde podría estar que no fuera su departamento ni su casa?.

Serendipia | Pedri & GaviWo Geschichten leben. Entdecke jetzt