Parte 1

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Su hermano lo mira con furia, el calor en su mejilla aparece, dirige su diestra a la parte herida. Sonríe con burla, un golpe es su premio por insultar la relación de su hermano con su tío.

-Lo siento, Luke. Yo... -Jacaerys se da cuenta de lo qué ha hecho, golpear a su hermano después de unas palabras hirientes. No está bien, él cómo primogénito no debería perder el control.

-No digas nada. -Lucerys quita su mano de la mejilla lastimada y sale de la habitación con rumbo desconocido. No hablará más por el momento, sabe qué ha cometido un error pero no lo aceptará en ese instante. Necesita despejar su mente de todo.
Los acontecimientos de los últimos días tienen a sus nervios muy sensibles.

«Los príncipes Jacaerys Velaryon y Aemond Targaryen se unirán en matrimonio, de esta forma La Casa Targaryen y La Casa Velaryon se unirán más.» las palabras de su madre invaden vilmente su mente desde aquella cena. Es una sentencia de los Dioses.

-Luke, ¿estás bien? -una voz hace presencia durante su recorrido por la Fortaleza, una persona a la qué no quiere ver se asoma sin previo aviso.
El Velaryon se detiene, voltea para encontrar el rostro de aquel Omega dueño de sus pensamientos y corazón.

-¿Importa? -cuestiona molesto. Tal vez se vea cómo un perro apaleado, patético, porque Aemond lo mira con preocupación, pero sus ojos se entristecen por la pregunta de Lucerys.

El Omega ignora el dolor en su pecho por el tono del Alfa, intenta acercarse y tocar la mejilla lastimada pero el castaño da un paso atrás. No quiere tener más problemas con Jacaerys, no desea crear malentendidos al tener rastro del futuro Omega de su hermano.

-Si, importa. -las palabras apenas son un hilo de voz por parte del Targaryen. «Me importa.» quiere expresar, pero algo en la mirada del Velaryon le dice que no debe hacerlo, no más. No cuándo aceptó casarse con el hermano del mismo y en unas lunas se celebrará la unión.

-Jacaerys te necesita. -es todo lo qué dice antes de continuar con sus pasos a algún lugar. Ignorando el aroma ácido qué el Omega desprende. ¿Qué cambiará sí vuelve en sus pasos? ¿Su tío sería capaz de huir con él? No, ya le pidió eso la noche en qué se anunció el matrimonio y simplemente se negó.

Aemond era tan parecido a Jacaerys. Ambos tan arraigados al deber y sacrificio, sin importarles lo qué sus corazones deseen. Aemond, un príncipe perfecto, Jacaerys otro príncipe perfecto. No había duda, estaban destinados a ser pareja.

El Velaryon llega a su habitación y se dirige al balcón. La primera estrella logra verse en el cielo, la Luna creciente también es visible, a lo lejos nota qué Syrax y Caraxes junto a sus jinetes regresan a la Fortaleza.

Sigue observando, algunas nubes adornan, la puesta es muy bella, baja su visión del cielo para posarla en la tierra. Soldados, doncellas, mozos, maestres, de un lugar a otro, algunos árboles. Nada interesante realmente.

Pero una figura cubierta con una capa negra llama su atención, parece estar huyendo del castillo. ¿Quién querría salir? Lucerys lo sospecha, pero aquella manera de caminar lo confirma, Aegon está saliendo rumbo al pueblo cómo todas las noches anteriores.

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𝕻𝖗í𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊 𝕻𝖊𝖗𝖋𝖊𝖈𝖙𝖔 (𝙻𝚄𝙲𝙴𝙶𝙾𝙽) Where stories live. Discover now