2° Capitulo.

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[Unos días después]

El sultán había ordenado varios platillos exquisitos para esa noche, acompañados de bebidas tradicionales y exóticas.
Todo parecía indicar que en esa bella velada no la pasaría solo, por ende, los encargados del harem se preparaban para alistar a la posible muchacha afortunada de esa ocasión.

Unos golpes en la puerta de la habitación indicaban que alguien aguardaba del otro lado.

—Adelante.

—Su majestad —dijo con una reverencia—. Los preparativos para su cena ya están casi listos.

—Perfecto Sumbul Aga, tráelos en cuanto estén preparados.

—Disculpe Sultán, pero… ¿Desea que le prepare una concubina para ésta noche?

Ya que el soberano parecía olvidar dicho asunto, el sirviente decidió confirmar cuanto antes la orden, para preparar a las muchachas del harem.
Después de todo, tantos preparativos para una sola persona, era poco usual, aún cuando se trataba de su majestad.

—No es necesario, puedes retirarte — dijo sin más.

—Como usted ordene. — Haciendo su respectiva reverencia se marchó con una mirada anonadada.

Los deliciosos platillos y bebidas se encontraban perfectamente colocados, en la mesa rodeada de almohadones de la gran habitación.
Con todo listo, solo quedaba una cosa por hacer.

—¡Ibrahim! —llamó en alto.

Las puertas de los aposentos se abrieron, dejando pasar al nombrado.

—¿Me llamó, su majestad? —Hace una reverencia.

Se giró para estar de frente a la persona a sus espaldas.

—Ven Ibrahim, ésta noche me acompañaras a cenar. — indicó con la mano extendida el lugar donde se dispondrían.

—Eh, pero su majestad yo… — No sabía como reaccionar a esa invitación—. (¿No se supone que su compañía sería, una señorita?).

Suleimán se limitó a darle una sonrisa mientras se sentaba, e indicaba con su mirada a que el contrario hiciera lo mismo.

Un poco tenso y nervioso, el más joven acató la solicitud de su soberano.

Lo que no se esperaba era que además de deliciosos manjares, tendría que acompañar a su real amigo para probar la variedad de bebidas, como, entre ellas el raki. Un licor anisado, de transparente apariencia amopañada de un inconfundible aroma dulzón combinado con alcohol.

Ya de haberse satisfecho ambos con lo que se encontraba a su disposición sobre la mesa, la cordura era una de las que no se encontraba del todo en la suyas.
Cosa que no pasó desapercibida ante unos iris azules y sutil sonrisa.

—Dime Ibrahim… ¿Hay alguien en quién estés interesado en éstos momentos? — preguntó sin más, mientras llevaba un bocadillo a su boca.

—¿Eh? —Evidentemente esa pregunta fue inesperada—. ¿Alguien? ....Mis ojos se encuentran actualmente enfocados en mis labores, mi señor —Dijo apartando la mirada.

Con un semblante inexpresivo, el sultán tomó el mentón del contrario, haciendo que ambas miradas vuelvan a encontrarse.

Los nervios revoloteaban cual mariposa ante la acción ajena, y el calor poco a poco se apoderó de sus mejillas. Los ojos café se perdieron por un momento en ese celeste cautivante que lo observaba, y lentamente, fueron bajando hasta aquellos labios que sentía tan cerca, pero a su vez, tan lejos.

Solo el que lo experimenta en carne propia, puede decir lo tentador que puede resultar que alguien te mire los labios de una manera tan inocente, pero a su vez fervientemente sin notarlo. Pidiendo algo sin necesidad de usar las palabras para ello, dándote la total libertad de acción ante esos deseos poco discretos.

Una Velada Para Recordar (Suleimán x Ibrahim)Where stories live. Discover now