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Reprimía el deseo de reírse tras ver el aspecto nuevo que Percy había adquirido, Zoë se había encargado de rebuscar entre las ropas de un local de beneficencia para que luciera desapercibido. Le dio un par de palmadas a modo de burla, mientras alagaba su nuevo look.

—Tiene que estar allá abajo. Nunca se aleja demasiado del agua. Le gusta tomar el sol durante el día. —Señaló la morena tras haber llegado al muelle, en donde un grupo de vagabundos se amontonaban en un embarcadero.

—Nosotros te cubrimos las espaldas. —Tan rápidamente se hubo acercado Thalia, se alejó de este sacudiendo un par de pelusas de la camisa de Percy—. Pensándolo bien, te la cubriremos a distancia.

—Animo, Percy. Me mantendré cerca sin llamar la atención. —Percy le agradeció irónicamente—. ¡Oh vamos! Podré estar sucia y desaliñada, pero te aseguro que no luzco como un vagabundo.

...

—Muy bien, Nereo, dime donde puedo encontrar a ese monstruo terrible que podría provocar el fin de los dioses. El que Artemisa estaba persiguiendo.

Nereo sonrió con malicia, expresando la facilidad de aquella respuesta y dando una respuesta vaga y poco concreta. Constantinova maldijo de todas las formas posibles al ver como este escapaba en forma de un pez de colores, sin poder retenerlo a tiempo.

—¿Qué es eso? —Llamó la atención Thalia, disipando la frustración que comenzaba a tener.

La forma de un taurofidio se hizo visible juntó al embarcadero, pese a que se trataba de un animal, la expresión de tristeza era perceptible en sus ojos.

—Dice que Percy es su protector y que está huyendo de los malos. Dice que están muy cerca —Tradujo Grover de un simple mugido.

Percy contó rápidamente como es que conocía aquel Taurofidio, bajó la atenta mirada del resto del grupo. El semblante de Constantinova adquirió una expresión seria, señal que se encontraba atando todos los cabos sueltos y entendiendo la verdad que ahora yacía debajo de ellos.

—Por los dioses.

—Seré idiota.

Las cazadoras hablaron a la vez sin fijarse en que habían hablado y probablemente gesticulado los mismos gestos.

—¡Yo conozco esta historia! —Ambas habían articulado a la par, resultando en una sincronización perfecta y aterradora. Compartieron miradas como si tuviesen la capacidad de entender lo que la otra pensaba. El grupo los veía de forma incomprensible ante tal espectáculo.

—¿Qué historia?

—La guerra de los titanes —expresó secamente Constantinova.

—Mi padre me la contó hace miles de años. Esta es la bestia que estamos buscando.

—¿Bessie? Pero si es ... una monada. ¿Cómo podría destruir el mundo? —expresó lo poco creíble que resultaba aquella verdad. Constantinova asintió débilmente dándole la razón.

—En eso estriba nuestro error. Habíamos previsto un monstruo enorme y mortífero, pero el Taurofidio no acabará con los dioses de ese modo. Él debe ser sacrificado. —Señalo Zoë, lo que para tanto ella como para su hermana resultaba obvio.

—Creo que no le gusta la palabra con s.

—¿Cómo se atrevería alguien a hacerle daño? —Percy no parecía creer lo que las personas eran capaces de hacer por adquirir un tanto de poder.

—Ya, pero matar a un inocente encierra un poder. Un terrible poder. Hace eones, cuando nació esa creatura, las Moiras hicieron una profecía. Aquel que matara al taurofidio y sacrificara sus entrañas tendría el poder de destruir a los dioses.

𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJO Where stories live. Discover now