La Gran Bienvenida

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El cuarto en donde me encuentro parece el de un mismísimo rey, y lo sé porque en más de una ocasión he estado en ellos. La decoración grita ostentosidad; cada objeto es de oro, está bañado en él o tiene piedras preciosas.

Sin duda sería el sueño de cualquier persona, e incluso yo estaría disfrutando de todo esto si no fuera que nada tiene sentido alguno.

En este preciso momento debería estar encerrado en una celda de alta seguridad o siendo torturado por los servicios de inteligencia, aunque a ellos les gusta llamarlo interrogatorio. Sin embargo, no hay ningún federal cerca, las esposas desaparecieron y me hallo en un lugar de lujo.

Lo último que recuerdo es cuando estaba siendo transportado, luego la tormenta de balas se desató y las explosiones llenaron el alrededor, y, finalmente, encapuchados destruyendo la puerta del vehículo y uno de ellos apuntándome.

«Objetivo asegurado» fue lo último que le escuché decir antes de que perdiera la conciencia.

Estaba completamente seguro de que me matarían. Tanto así que sospeché que aquella emboscada tan solo era una coartada de humo para que creyeran que querían rescatarme, pero que, en realidad, la misión era deshacerse de mí.

Al fin y al cabo, Rusia nunca perdona, y mucho menos olvida.

Me autoconvencí que había llegado la hora de pagar por mi traición, mas estuve equivocado, pues sigo aquí.

Ha pasado casi una hora desde que desperté, en ese tiempo ya he revisado a profundidad tres veces el cuarto y no he encontrado nada que me sirva para entender en dónde estoy y qué se supone que hago aquí. Además, la única puerta para salir está bloqueada, lo que deja una única cosa de interés real.

El traje que está colgando en el medio del cuarto y, por supuesto, la nota dorada que deslumbra desde mi posición.

Me acerco por primera vez al enmarañado de cadenas que elevan el traje, el cual consta de una chaqueta, un chaleco y un pantalón rojo vino, una camisa y una corbata azabache. Pero es suficiente un par de segundos para reconocer el atuendo frente a mí, se trata del mismo que usé en mi última asignación.

Los noticieros occidentales nombraron esa fecha como "Смертный день великого царя", el Día mortal del gran zar.

Desde ese instante dejé de ser un activo vital para mi país y me convertí en un traidor que debía pagar con mi vida. No solo debía esconder mis huellas de otras agencias de inteligencia extranjeras, sino que también de la que me formó y me convirtió en lo que soy. Cualquier pequeño error o rastro podía convertirse en mi sentencia de muerte.

Pero conseguí mantenerme con vida, aunque eso significara que la sangre se derramara a caudales o los cuerpos se amontonaran sin cesar. Y no estoy dispuesto a dejar este mundo todavía, al menos no hasta cumplir con mi último objetivo.

Así que no importa el lugar en donde me encuentro o quién está detrás, saldré de aquí y haré que todos los poderosos rindan sus cuentas históricas. Los grandes caerán.

Agarro la tarjeta dorada, y lo primero que me recibe es una dedicación con mi nombre.

No es mi nombre clave.

Conocen mi nombre verdadero. El mismo nombre que nadie ha dicho, ni siquiera yo, desde que mi madre lo pronunció con su último aliento cuando apenas era un niño.

Quizás estoy en algo más serio de lo que pude imaginar, por lo que debo averiguar cualquier cosa que pueda. Abro la tarjeta con escepticismo y procedo a leer su contenido.

Estimado Novichok (o quizá debería decir Aleksei),

Me complace invitarle a la velada histórica, que se celebrará a las 23:00h en la sala Rikell.

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⏰ Cập nhật Lần cuối: Mar 01, 2023 ⏰

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