cinco.

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-¡Ay, madre de Dios! ¿Qué está pasando? -Grecia trató de asomarse a ver que estaba sucediendo.

-Déjalos... -Denise la detuvo- necesitan tiempos para ellos mismos, necesitan hablar.

-Mi pobre niña. -Helen también estaba en llanto- ella no se merece esto, ya ha sufrido mucho.

-No, si Nathaniel tampoco... No sé a dónde los va a llevar el regreso de esta mujer.



-Te juro, Mia, que si ella no estuviera mal... Ya le habría dicho la verdad.

-¡Pero, está mal! ¡Está mal! -Le grité.

-He pensado que... Que podemos llevarla con un médico, prepararla para la noticia, no sé.

Asentí, me gustaba la idea, pero no estaba del todo convencida. -¿Y...Y que vamos a hacer nosotros, Nate, mientras tú la llevas con el médico?

-¿A qué te refieres?

-¡A nuestra relación, a eso me refiero! ¡A nuestro matrimonio! ¡A nuestro amor!

-Pienso que... En su estado, lo más conveniente es que yo esté con ella.

-Sí, pero... Yo pensé que...que al estar en mi luna de miel, yo... Podría dormir con mi marido, no que el... Que él iba a dormir en otra cama con otra mujer...

-Yo lo sé, mi amor, y esto me duele como ni te imaginas. -Me tomó por los brazos- Perdóname, Mia...

Me puse de puntillas y lo besé en la frente, las lágrimas aún no se detenían.

-Yo te prometo que voy a hacer lo posible para dormir en otra cama...

-¿Y qué justificación le vas a dar, Nathaniel? ¡Eres su marido!

-¡No lo sé, tengo que pensarlo, maldita sea!... Pero, puedes estar segura de que me mantendré fiel a ti.

Volví a secarme las lágrimas, aunque a sinceridad no sé para qué. -Espero que no pienses que vamos a tener relaciones...

-¿De qué estás hablando?

-Me sentiría como la otra, y yo no quiero eso...

-Mi amor... Mi vida, tú no eres ni la otra, ni mi amante... Ni mi novia... Eres mi esposa...

-Pero, es que ella...

-Permiso... -La enfermera se apareció en la terraza-. La señora quiere verlo.

"La señora", ahora tenía que soportar aquello en mi propia casa.

-Gracias, Gina, yo... Yo voy en un minuto.

Luego de que se fue, estaba tan frustrada, tan molesta que no quería ni mirarlo.

-Vete. -Le dije muy seria- te espera tu esposa...

Nate apretó los ojos, mi comentario lo enfadó. -Sólo... Sólo no pienses en eso...

-¿Cómo no voy a pensar en eso? ¿Cómo no se piensa en eso? ¡Tengo que ponerme en su lugar, porque lamentablemente ella no se puede poner en el mío! ¡Porque la que se tiene que controlar soy yo! ¡La que tiene que tragarse la rabia soy yo! -Me mordí los labios para no dejar salir el grito que se creaba en mi garganta- Perdóname... Perdóname...

-Mi amor, yo no tengo control sobre esto...

-Lo sé...

-¡No tengo control sobre nada de esto, no sé qué debo hacer, no sé qué es lo correcto, no sé nada!

Ella o yoWhere stories live. Discover now