—No me pueden decir que no vieron lo mismo que yo vi... —murmuró Luther cuando subieron a la limusina.
Ya habían llamado a la policía para que arrestara a los ladrones, por lo que Reginald les envió el auto para que pudieran regresar a la academia.
—¿El que? ¿Una sombra para nada inquietante que desapareció de la nada? —interrumpió Klaus, llevando un caramelo a su boca—. Bueno, creo que todos la vimos.
—Pero, ¿qué hacía una persona ahí? —preguntó Allison.
Katherine estaba apoyada en la ventana, no había dicho nada desde que vio la sombra del anónimo, pero al parecer no había sido la única que lo vio.
—Probablemente haciendo su trabajo, es zona de cultivo. —respondió Diego, como si fuese lo más obvio.
«Ojalá fuera eso.»
Había empezado a llover, por lo que la ventana se empañó y las gotas de agua no tardaron en caer.
Mientras todos hablaban, la pelinegra se dedicó a hacer dibujitos en la ventana—más bien garabatos—solo para quitarse el aburrimiento. Así hasta que sintió la mirada de alguien: Klaus.
Klaus y ella no habían hablado desde lo que pasó en el baile, cuando había estado apunto de tener un ataque de pánico. Realmente agradecía que Klaus actuara normal con ella, sin miradas de lástima. Él ni siquiera preguntó qué pasaba, solo estuvo ahí.
Klaus, que estaba sentado también en la ventana aunque más alejado, trazó tres líneas verticales y otras tres horizontales. Formó un tres en raya. En el centro, colocó un cero.
Le hizo señas para que continuara con el juego. Katherine rodó los ojos con diversión y puso una equis en uno de los huecos restantes.
Continuaron así el resto del camino a casa mientras que los demás reían y hablaban de cosas triviales.
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