ONE LOVE - one shots C.D

ONE

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Mei buscaba cómo loca una pluma dentro de su bolsa, ella juraba que la había metido antes de salir de la sala común.

— Creo que necesitas una de estas. —dijo la voz de un muchacho.—

Mei levantó lentamente la mirada de su bolso, para encontrarse con el apuesto Cedric Diggory.

Observaba cómo la mano del muchacho sostenía lo que a ella le urgía, apretó los labios en una sonrisa satisfecha y aceptó la pluma silenciosamente. Empezó a escribir  su tarea en el pergamino.

— ¿Es enserio? Ni un "¿gracias guapo?" —Preguntó él.—

Mei dejó de escribir para mirarlo y suspirar.

— Gracias. —Soltó seca.—

— De nada, linda. —le guiñó el ojo coquetamente.— ¿Tienes planes para hoy?

— No, y si los tuviera nuevamente no. —Resopló sin apartar la vista de su pergamino.—

— Te invito a Hogsmeade, a Las Tres Escobas, a Honeydukes, lo que sea. —Seguía insistiendo Cedric cómo niño pequeño.—

— Cedric, no. —Se negó la muchacha parando de escribir.— Nadie nos puede ver en publico como pareja, acuérdate que lo nuestro es un secreto.

— Esto del "Romance Secreto" ya no me está gustando. —Se quejó el Hufflepuff cruzándose de brazos.—

— Si quieres que esto siga, yo creo que deberías aguantarte. —Regañó Mei.— Acuérdate que ellos son los cazadores y nosotros los zorros, no podemos ser vistos.

— Lo único que quiero es salir contigo y poder abrazarte cuándo quiera, —Se acercó más a ella, susurrándole todo al oído.— no puedo aguantarme las ganas de besarte cuándo yo quiera y decirte lo mucho que te quiero.

Cedric se abalanzó a abrazarla y dejar caer su mentón sobre la cabeza de la chica.

— Cedric... —Decía Mei tratando de apartarse.— Aquí no, alguien podría vernos.

— A esta hora nadie viene, solo las raritas que quieren estudiar en horario de almuerzo.

— Cállate, tu también eres un rarito por acosar a alguien en el horario de almuerzo.

— No acoso, te lo dejé claro la otra vez.

— Ya cállate mi acosador. —Rió Mei cerca del rostro de Cedric.—

— Cállame. —Susurró Cedric tomando sus ambas manos.—

Mei se quedó atónica, su corazón latía con mucha fuerza y la principal razón de esto era él, su novio, Cedric Diggory.

— No... —Se negó.— Aquí no, conozco un lugar. —Murmuró y al instante Cedric le sonrió con picardía.—

Mei se levantó de su asiento dejando todas sus cosas sobre la mesa y se alejó hacía un par de estanterías repletas de libros, un lugar muy cerrado y sin ni un alma o cuadro.

A los pocos segundos Cedric apareció y al verla sonrió cómo tonto, a él en verdad le gustaba Mei aunque conociera el amor platónico que tenia su hermana por él.

Mei se sentó sobre una mesita viendo cómo Cedric se le acercaba poco a poco, no esperó más y al instante de tenerlo cerca lo tomó de la corbata obligándolo a besarla.

Cedric colocó su mano sobre la mejilla de Mei mientras que la otra la dejaba reposando en su cintura. Ambos se preguntaban cómo un beso tan tierno se pudo convertir en uno tan salvaje.

Cedric bajó sus manos hacía sus muslos sin dejar de besarse y los acarició de arriba a abajo, dejando ver parte de su ropa interior.

Mei estaba tan excitada. Le encantaba que él pareciera ser un chico tan tierno y lindo que al conocerlo se haya tornado tan feroz y sexy.

— Eres tan ardiente. —Jadeó Cedric en su oído.—

— Shhh, nos pueden oír. —Rió Mei.—

Siguieron besándose tan tranquilamente. Cedric apoyó una de sus manos en la estantería tras ella, acorralándola. Mientras que con la otra masajeaba por dentro de su blusa su suave abdómen.

Mei no pudo evitar soltar un pequeño gemido al sentir su mano fría sobre su piel, notaba cómo a Cedric se le iba notando el sudor.

Todo iba tan malditamente ardiente cuándo unos pasos los hicieron alarmarse. Mei apartó a Cedric y saltó de la mesa abrochando su blusa y acomodando su cabello. Cedric solamente pasó la manga de su brazo por su frente para disimular su calor.

Ambos fingieron ver libros en las estanterías cuándo una chica de sexto llegó por un libro. Ellos se aguantaban la risa interna por aquel momento y una vez la chica se marchó, Mei caminó hacía Cedric y tocó su hombro.

— Creo que lo dejaremos para otro momento.

— Eso no lo dudes.

— Nos vemos. —Mei se paró de puntitas y depositó un beso en su mejilla.— Te quiero tonto. —Sacudió su cabello castaño antes de irse de ahí y actuar cómo si no hubiera pasado nada.—

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LUCY ©