Prólogo

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"Cuando era pequeño, me encantaba la magia. Sólo mi madre, mi hermano mayor y yo la teníamos, pero todo cambió cuando nuestros padres nos mataron y convirtieron en los primeros vampiros. Esa magia que me hacía sentir especial desapareció; una furia recorrió todo mi ser y no me importó más nada, así que bebía sangre sin parar, mataba cuando me aburría...me encantaba el caos. Me daba igual que mi padre nos buscara para darnos caza; por su culpa nos convirtieron en monstruos. Pasaron los siglos y algo pasó que ni siquiera mis hermanos saben; un secreto por el que daría mi vida o quemaría el mundo si le pasara algo. Así es, hablo de la personita que más amo del planeta. Una bebé hermosa que en cuanto mis ojos se posaron en ella, supe porqué mi hermano protegía tanto a la suya. Un instinto que te lleva a matar a cualquiera que amenaza su existencia o incluso la mirara mal. Al descubrir que mi hermana Freya no murió sino que fue dada a Dhalia por una promesa que hicieron está y Esther, supe que mi bebé y mi sobrina al ser las primogénitas también se las llevaría pero no podía permitirlo. No dejaría que usara a mi bebé por su magia para hacerla más poderosa así que obligué a una bruja a hacer un hechizo que la llevara a otro tiempo y lugar donde ni siquiera yo supiera. Y con el dolor más inimaginable la dejé ir. Después la maté para que no hablara y seguí con mi existencia vacía como si nada pero con la tranquilidad de saber que donde estuviera mi bebé, estaría a salvo de mi familia y nuestros enemigos.

- Kol, ¡KOL!

- ¿Qué? - dijo saliendo de sus pensamientos.

- ¿Estás bien? Estás muy pensativo - dijo Rebekah.

- Estoy bien - se levantó del sofá bajo la mirada de sus hermanos y fue a su habitación.

Los demás se miraron preocupados, ni siquiera había dado evidencia de haber escuchado a su hermana para causar un poco de caos a las brujas.

Kol se cambió y se fue a dormir. Cuando despertó ya no estaba en su habitación, sólo veía blanco, no veía más nada pero se tensó al escuchar una voz.

- Kol.

- ¿Qué estás haciendo? ¿Porqué estoy aquí madre?

- Sé lo que te aflije.

- Tú no sabes nada - dijo molesto.

- Sé de la existencia de mi nieta.

- Si te atreves a...

- No haré nada - siguió tranquila - es más estoy orgullosa de que hayas podido proteger a tu hija.

- Sí, por vuestra culpa no he podido verla crecer ni verla dar sus primeros pasos, ni su primera palabra. ¡Tuve que alejarla para que no se la llevara esa loca!

- Lo sé hijo por eso quiero compensar tu sufrimiento.

- No puedes hacer nada, no quiero nada que venga de tí. Seguro será una trampa.

- Aquí tienes tres años de la vida de tu hija - dijo enseñándole una esfera - cuando decidas, tirala al suelo y verás que fue de ella.

- ¿¡SOLO TRES AÑOS!? ¡ESO NO LO COMPENSA!

Pero Esther desapareció y Kol despertó sobresaltado y con la esfera en la mano.

Tenía desconfianza por lo que había pasado, lo hubiera creído solo un sueño o una nueva forma de tortura de su madre pero ver la esfera en su mano le causaba curiosidad y ansiedad. ¿Y si era verdad? ¿Podría ver a su hija a través de esa esfera?

En su mente mandó todo a la mierda y la tiró haciendo que se rompiera y un humo blanco se esparciera por la habitación dejando ver a un grupo de niños sentados alrededor de una mesa. Cuando vio a la única niña, supo al instante que era ella. Era igual a él; sus ojos se iluminaron y su corazón latió fuerte. Había crecido y se había convertido en una niña muy hermosa.

LoreleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora