⊱𝐖𝐄 𝐒𝐄𝐄 𝐘𝐎𝐔 ━━ 𝐉𝐚𝐤𝐞 𝐒𝐮𝐥𝐥𝐲 & 𝐍𝐞𝐲𝐭𝐢𝐫𝐢⊰

XII

Aflicción. Cuando despertaste finalmente percibiste que era de día totalmente, el sol ya estaba en lo alto del cielo y alumbraba excesivamente para tu gusto.

Te quejaste cuando tuviste que estirarte porque tu cuerpo lo pedía, habías dormido toda doblada porque estabas inquieta y no dejabas de moverte durante tu siesta.

Querías salir a relajarte, no querías estar encerrada haciendo nada. Preferías hacer nada pero estando con la mente ocupada en un lugar donde puedieras disfrutar de la vista, por lo menos.

Te pusiste de pie con flojera y acomodaste tus cabellos desordenados en una especie de tomate, saliste con calma del Marui de Txe'lan, mirando en todas las direcciones para asegurarte que ningún Sully estuviera rondando.

Cuando estuviste segura de que no estaban, avanzaste con rapidez hacía un punto lejano de la playa, al otro extremo del Marui de los inombrables para asegurarte de que no pudieran verte en cualquier caso.

Te sentaste entremedio de unas rocas que tapaban por completo tu cuerpo para mayor seguridad.

Empezaste a pensar en todo lo que había pasado en tan solo unas horas.

Volviendo a sentir rápidamente un peso en el pecho que llevabas ignorando desde la primera discusión que tuviste con Jake, sabías que estaban en lo correcto por haberle hecho frente a Neytiri y Jake por como se comportaron con los chicos pero también eras consciente que te dejaste llevar por la rabia, diciendo cosas que eran dolorosas por lo menos para ti.

Estabas demasiado metida en tus pensamientos para ver como un adolescente que conocías bastante bien te observaba con atención desde cerca de las rocas.

Cuando notaste que te estaban observando, volteaste al lugar donde sentiste la presencia y viste a Ao'nung, quien te estaba mirando intranquilo al notar que te habías dado cuenta de que te estaba observando.

Sabías que tenían cosas que hablar así que diste el primer paso.

—Ven aquí —hablaste con calma.

Empezó a avanzar con pasos torpes y bastante nervioso de que fuera a pasar.

—Siéntete —jugaste con tus manos, poniéndolas en tu regazo.

Se sentó con torpeza, casi cayendo de la roca en la que eligió hacerlo pero se acomodó con un intento de disimulo.

—Cuidado que esta resbaladizo —bromeaste, intentado aligerar el ambiente— Bueno, ni debía opinar cuando yo casi me voy de cara al piso cuando estaba pasando para aquí.

—Es que eres torpe, con esas patitas deberías tener más agarre. Por algo tienes un dedo extra —te regreso la broma, entrando en confianza.

Lo miraste con mala cara para intimidarlo, aprovechando que estaba actuando de esta manera y el puso cara de miedo al notar el cambió.