cap 1

681 28 0
                                    

Lena Luthor le dió a su asistente una mirada perpleja

-¿Vacaciones? ¿Sola? ¿En un lugar atractivo para lesbianas? -negó con la cabeza. - No seas ridícula.

-¿Cuánto tiempo vas a seguir de mal humor por ella?

-¿De mal humor? Ciertamente no estoy de mal humor. Han pasado ocho meses desde que... desde que... -levantó las manos. -Era mi mejor amiga, por el amor de Dios ¿Había dicho eso?

-Un centenar de veces. -murmuró Eve.

-¡Ella estaba durmiendo con mi mejor amiga! -continuó Lena. -Justo debajo de mi nariz ¿Te dije eso? -Eve le dedicó una sonrisa divertida.

-Cien veces. Y como he dicho antes, ella no era realmente tu mejor amiga.

Lena bajó la cabeza hacia su escritorio y cerró los ojos, todavía era capaz de verlas en su cama; Laurel con una expresión de asombro en su rostro y Helena tratando de echarle la culpa a ella, como si hubiese sido ella la que estuviese en la cama con su mejor amiga.

-Oh Dios, todavía estoy de mal humor ¿no? -abrió los ojos para mirar a Eve. -Aún la extraño.

-Oh Lena, no lo hagas. Era una perra conspiradora. Nunca me gustó. Te lo dije desde el primer momento. -Lena levantó su cabeza y sonrió.

-No. Estaba hablando de Laurel, no de Helena.

-Bueno, me gustaba Laurel... supongo... pero, no estuve cerca de ella mucho tiempo. Y tienes que dejar de pensar en ella como tu mejor amiga.

-Lo sé. -Lena se recostó en su silla y dejó escapar un profundo suspiro. -Dios... odio
a las mujeres.

-Bueno, siempre puedes unirte a mi equipo. -dijo Eve con una sonrisa. -¡Podría emparejarte con Ray!

No las odio tanto. -se volvió hacía ella y sonrió. -Así que crees que necesito unas vacaciones ¿huh? -Eve asintió.

-Sí. La temporada de impuestos ha terminado finalmente. Sé que estás exhausta.

Lena asintió. Sí, estaba exhausta. Desde enero hasta abril siempre era agitado en la empresa de contabilidad. Pero este año no había tenido ninguna razón para regresara casa cada noche así que había trabajado en horas casi obscenas. Se dijo a sí misma que era su firma y que tenía que predicar con el ejemplo, pero incluso ella sabía que había llevado las cosas al extremo. Era la casa. Debió haberla vendido después que Helena se mudó, pero estaba en la zona exclusiva de Nacional City y cerca de su oficina.

Aunque habían vivido juntas sólo cinco años... cinco años, tres meses y un puñado de días... Helena había puesto su sello en ella. Helena tenía el 'guante verde' y mantenía los lechos de flores llenos de plantas de la temporada. Helena era la chef y la cocina estaba equipada con todos los aparatos imaginables. Helena preparaba para las dos deliciosas comidas y planificaba cenas de lujo frecuentemente. Esa parte, la extrañaba. Ahora había contratado un equipo de jardinería para plantar sus flores y mantener el césped ¿Y las comidas? Oh, ella cocinaba algunas veces. Pero cocinar para uno era deprimente. Por lo general compraba algo de camino a casa o... con menos frecuencia... cenaba fuera con amigos.

Era en esos momentos cuando más extrañaba a Laurel. Se habían conocido por muchos años, muchos antes que Helena entrara en su vida. Aun así, habían hecho tiempo para
cenar juntas al menos una vez a la semana. Y aunque en el fondo... sabía que había sido culpa de Helena... no se permitía a sí misma perdonar a Laurel. No habían hablado desde la noche en que les había pillado en la cama, aunque Laurel había tratado de ponerse en contacto con ella... al menos al principio.

Ahora, habían pasado ocho meses y dudaba que pudiesen recuperar su amistad. Helena también se había mudado... ya vivía con otra persona... una abogada con quien Lena
había salido una vez.
Negó con la cabeza lentamente, odiando su vida en ese momento. Cumpliría 35 años a finales de verano y su vida personal era tan inestable como lo había sido en sus 20 años.
Miró a Eve y le ofreció una débil sonrisa.

Eve había trabajado para ella desde que Lena le había comprado la firma al señor Carr, ocho años atrás. Sabía que Eve era un excelente juez de carácter y debió haber confiado en ella con respecto a Helena. Eve le había dicho una vez que pensaba que Helena era diabólica. Eso, por supuesto, resultó ser cierto. Y ahora que Helena estaba viviendo con otra persona, se le ocurrió que los amantes de Helena siempre habían sido todas mujeres profesionales, todas con casas bonitas y con ingresos igualmente agradables.
Y al parecer, Lena había sucumbido a su encanto tan fácilmente como las otras.

-Así que cuéntame sobre estas vacaciones en la playa. -le instó.
Eve buscó el ordenador portátil de Lena.

-Es en Mustang Island. Port Aransas. -dijo mientras consultaba en el navegador.

-¿Cómo supiste de eso? No eres gay. -dijo Lena.

-Me enteré por Jeannie.

-¿Quién es Jeannie?

-Mi prima. Ella y un grupo de sus amigas fueron en marzo. -giró la laptop hacia ella, mostrándole una imagen de un paraguas de colores brillantes fijo en la arena con dos
mujeres acostadas debajo de él. -Justo en la playa. Era un viejo hotel de tres pisos que estaba cerrado. Lo han renovado y luego añadieron estas lindas cabañas e hicieron dos
piscinas. -dijo ella mostrándole otra foto. -En una de ellas...la ropa es opcional. Estoy segura que te la pasaras en esa. -dijo con una risa. -Desnuda alrededor de una piscina

-¿Y se comercializa para lesbianas?

-Sí. Jeannie dijo que la pasaron muy bien allí. Creo que deberías probar.
Lena vaciló.

No creo que ir allí sola sea tan emocionante. -dijo ella.
-Probablemente no habrá nada más que parejas. -señaló el anuncio. -Una escapada romántica. Mi escapada sería cualquier cosa menos romántica. -dijo ella.

-No te estaba sugiriendo esto porque fuese romántico. Estaba pensando que sería un gran lugar para que fueses y recargaras y te desconectaras de Nacional City durante una
semana.

Aun así, dudó. Si bien parecía divertido y todas las mujeres en las fotografías estaban sonriendo y lucían felices, en realidad no era su tipo de escena. Nunca había sido una amante de la playa y tenía su propia piscina en casa. Parecería ser una pérdida de tiempo bajar a Port Aransas sólo para sentarse en la piscina. Por supuesto, las cabañas eran muy atractivas y las palmeras hacían que todo pareciera como si se tratara de un paraíso tropical. Supuso que sentarse bajo el sol y relajarse con una bebida con sabor a fruta sería refrescante.

-¿Y bien?
Lena se quedó mirando la escena, tratando de imaginarse a sí misma allí.

-Qué demonios. Supongo que necesito alejarme.

Luna de media nocheWhere stories live. Discover now