XIX: Polillas

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—Acabas de...acabas de...—Adrián retrocedió y notó con el sudor pasando por su nuca y el corazón en la garganta, que al menos que regresara por donde vino, no veía una ruta de escape.

—No te confundas. Sé lo que puede parecer, pero en realidad la mala de la historia aquí es Delphine. —murmuró la la asesina de los bombones pasando un mechón de cabello hacia atrás. Se remangó limpiando con un pañuelo los restos de sangre después de haber roto el cráneo del vigilante—. Todo esto solo es una telaraña armada para hacer caer a una abeja reina. 

—Pero, cómo es que...

—Síguenos para que veas el espectáculo. Ahora solo queda a culpar a Dioniso por la muerte del vigilante.

Las campanadas anunciando un cadáver sonaron. Los cuatro se reunieron en el mismo lugar donde empezaron con la diferencia de que ahora no había luces brillando con frescura. Solo los últimos cuatro sobrevivientes de la mascarada.

Madamme Delphine mantenía una aparente  serenidad dándoles la espalda para mirar el vaivén el mar. El sol se encontraba alto ese día mirando desde el cielo impasible. Se escuchaba el oleaje y una gaviota. El viento silbaba en sus oídos y removía sus cabellos.

Un gato, el gato Dioniso, se acercó y se intentó enroscar en una de las piernas de Alejandra. Ella bajó la mirada y sonrió un poco levantándolo.

—¿Viniste a ver la escena final? —le preguntó al minino que maulló con sus grandes ojos azules mirándole fijamente. De repente mostró una expresión triste—. Mi hermana dijo que me explicaría todo cuando esto termine. Una cosa es engañarme con un disfraz y otra diferente convertirse en una asesina de verdad. Aún no lo entiendo pero solo espero que esté haciendo lo correcto.

El gato solo maulló en respuesta. Por supuesto que no entendía la complejidad de las relaciones humanas.

—En efecto, se trata de la escena final. Date la vuelta, Dioniso. —Andrea masculló cansada de solo mirar la espalda de la mujer.

La Madamme se volteó hacia ellas. Su rostro sostenía una sonrisa cargada de tristeza con las manos enguantadas recogidas sobre su regazo.

—Han llegado tan lejos...—Su voz no tenía el matiz de un ganador sino de un jubilado de guerra que se mantenía sosegado con sus medallas y muertes colgando del pecho. La misma mirada vacía y añoranza —. ¿No quieren preguntar por qué hago esto?

—En realidad yo también tengo cosas que explicar—Se inclinó para dejar ir al gato la Dra. Pepper—. Te equivocas al pensar que vine por la recompensa de tu herencia. Nunca fue ese mi objetivo. 

—¿Qué quieres decir? ¿Cómo conociste este evento entonces?  —Sus cejas estaban levemente fruncidas pero su rostro seguía manteniéndose afable y tranquilo.

—Por mi hermana. Ella participó en la cacería del primer día el anterior año. Todos pensaron que desapareció por voluntad propia, pero algunos sabíamos que no era así. La verdad no tenía muchas esperanzas cuando subí a este barco, pero tengo que agradecerle Madamme Delphine porque si no fuera por usted, no hubiera encontrado a mi hermana con vida —Esta vez la sonrisa de Alejandra era sincera.

—Yo...—La Madamme entonces recordó. El anterior año, se había cansado un poco de seguir las mismas reglas del juego después de siglos jugando así que decidió perdonar la vida a aquella muchacha, quien con ojos cristalinos le pidió al cascanueces que no la matara. Madamme Delphine entonces detuvo su espada. El hombre la miró extrañada pero ella solo miraba a la chica. Le dijo que se fuera, lo más lejos posible, que no volviera y tuviera una vida feliz en tierra. Luego recordó ver una mirada completamente diferente a través del espejo mientras le trenzaba el cabello preguntándole si no se arrepentía de haber dejado ir a víctimas con vida, si no tenía miedo de problemas en el futuro.

La mascarada del gato Dioniso (ONC2023)Where stories live. Discover now