1. El príncipe más absurdo y egoísta

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No conozco el cielo como los astrónomos de Atlantia

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No conozco el cielo como los astrónomos de Atlantia. Encuentro más placentero el trino de los tordos al amanecer, que el brillo tenue de los astros. Prefiero los sonidos que nacen en la mañana al silencio de la noche. Y, sin embargo, sé que nuestro destino está escrito en la narración muda del firmamento.

–¿Cuánto tiempo tenemos? –pregunta mi madre, Deltia Semyazza. Su torso oscuro adornado con diamantes se inclina sobre la mesa redonda hacia el interlocutor sentado al otro lado. Algún día iba a permitirnos asistir con ella a las reuniones del concejo; mi hermana Gaia y yo observamos y escuchamos todo desde afuera del domo arriba de ellos. Y por la noticia que acaba de soltar Rulo, dudo que consigamos un asiento en esa mesa.

–Una o dos lunas –responde Rulo, el rey astrónomo de Gadeira. Su frente curtida se recubre de perlas de sudor debajo de la corona dorada que porta. Luce tan delgado que los huesos de sus pómulos sobresalen ocasionando que se le marquen ojeras.

–¡Una luna! ¡Cómo es que no lo descifraste con más tiempo!

–Si los dioses deciden ocultar el fin del mundo de nuestros instrumentos –interviene Filos con su voz ronca–, ni siquiera Rulo podrá verlo hasta que se le revele. Esto como todo, es una prueba. Nuestro poder y tecnología no podrían superar nunca las resoluciones divinas, tú lo sabes, Deltia. Habrá que alertar a la coalición eclipse...

–Eso no es lo peor –interrumpe Rulo en un arrebato nervioso. Las yemas de sus dedos rebotan repetidamente sobre la mesa–. Tuve... una visión. –Aprieta los labios dirigiendo la mirada a cada uno de los cinco concejales.

–Por Hermes, Rulo, habla –lo alienta mi madre.

–Recibí un mensaje del «Tres veces grande» y... si intentamos huir del planeta, se nos vetará la oportunidad de reencarnar.

–¡Los dioses nos castigan! –exclama mi madre.

–¡Pero si hemos cerrado todas las puertas infernales, purificado todas las zonas! –se queja el concejal Keilón–. ¡Nuestro servicio es intachable!

–No todas, Keilón –lo corrige Filos.

–¡No es nuestra culpa si la coalición eclipse no ha cumplido con su parte...!

Gaia alza el pecho. Ambos estamos sobre nuestros estómagos con las manos apoyadas sobre el borde del domo. Su cabello negro cae trágico sobre un hombro, creando una cortina. No necesito ver sus ojos para sentir la inquietud que está creciendo en ella. Nuestra madre allá abajo dirige una mirada de soslayo hacia arriba. Nos permitió espiarla para que aprendiéramos el oficio de reinar y el tono urgente de su voz tanto la tensión en sus hombros y cuello al alzar la vista al domo, delatan que esto no era algo a lo que hubiera querido exponernos. Agita la mano en el aire y el techo retractable se cierra para terminar con nuestro espionaje.

–¿Alcander? –susurra Gaia–. ¿Vamos a morir sin poder volver?

–No, Gaia. Tranquila.

–¿No escuchaste lo que dijo Rulo?

ORIGEN #ONC2023Where stories live. Discover now