Cap. 3

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Narra Kazumi:

Mi cabeza dolía mientras entraba a mi cuarto, sabia sobre el síndrome del miembro fantasma algo que pasa cuando pierdes un miembro, te comienza a doler de manera horrible aunque no lo tienes, no sabía que eso te podía pasar cuando perdías un sentido, todo el día no e parado de oír algo muy agudo, se calla por un rato pero según Chishiya es mi cerebro rellenando el vacío que deja el silencio absoluto.

Vi la foto que tenia en la mesa de noche al lado de la cama de hospital, llevaba aquí días y no sabía cuánto tiempo más iba a estar así que mis padres me habían traído cosas para que me sintiera más a gusto en este lugar y en general con lo que me estaba pasando.

En la foto estábamos Hikari y yo sonriendo, abrazados con los uniformes del dojo, suspire mientras sonreía y trazaba los bordes de ella, éramos felices en ese momento, todo se había arruinado tan rápido que me costo mucho entender lo que había pasado, asimilar que el ya no estaba a mi lado, que no sabía nada de lo que había sido de él, que no lo volvería a ver.

No quise alejarme de el nunca, pensaba ignorar a su padre por completo pero su amenaza llegó a mis padres y creyendo que el si sería capaz de hacerme algo prefiririeron alejarme, por el bien de los dos decían, me quise convencer de eso todo el tiempo, aun lo intento aunque no lo crea, quisiera estar a su lado en este momento que necesito tanto su apoyo.

Tome mi celular buscando una vez más su nombre esperando que esta vez por fin encontrara algo, claramente eso no paso, solo salía el dojo de su padre, no redes sociales, no competencias, absolutamente nada, desde hace años no sabía nada, me preocupaba pero no había algo que pudiera hacer más que deprimirme por haber perdido a mi mejor amigo y ahora mi audición.

Desde hace años quería comunicarme con el, volver a tener contacto, volver a tener lo que teníamos sin que nadie se metiera, sin que nada importara pero no había manera de hacerlo, no la encontraba, nos habíamos alejado y cada vez me quedaban menos cosas que de alguna manera me unieran a él.

Amo el karate casi tanto como lo ame a él, amo el karate y en general las artes marciales, siempre lo hice y aun más cuando fue lo que me ayudo a conocerlo, a unirme a él, sigo amándonos aunque es la causa de que este en el hospital con toda mi vida dada vueltas hasta que quedó hecha un desastre, soy buena en el combate pero siempre hay accidentes.

Comencé a entrenar profesionalmente ya que eso distraía mi mente de todo lo que no me gustaba, las competencias a las que iba se hacían cada vez más grandes y cada vez ganaba más cosas, llegué a competencias internacionales, espere todo ese tiempo que el hiciera lo mismo pero no ocurrió.

La última competencia a la que fui era solo nacional, desde que llegué algo me daba mala espina, mis peleas fueron fáciles, todas las demás me parecieron igual pero notaba que había algo mal, una chica ganaba sin cesar a pesar de que sus movimientos eran horribles, no tenía nada de técnica y mucho menos habilidad, tenía fuerza bruta que si debía ser honesta me asustada.

La final fue contra ella, esquivar sus golpes era difícil por lo fuertes que eran, iban directo a mis zonas débiles, algo que ella no debía de estar haciendo, no supe como actuar de manera correcta, como vencerla y para cuando me di cuenta me estaba dando de lleno patadas en los lados de mi cabeza, oí un crack y eso fue lo último que volvería a escuchar, me sentí mareada de manera horrible, tanto que me caí.

Varios jueces se acercaron a mi, vi que movían la boca pero no podía oírlos, los de seguridad tuvieron que sostenerla para que se alejara de mi, mientras yo me tocaban los oídos que era lo que me dolía, solté un grito, al menos creo que lo hice, me comencé a preocupar en ese momento llorando mientras chasqueaba mis dedos en mis oídos, nada pasaba, dejé de luchar contra el dolor de cabeza y me desmaye.

Al despertar en el hospital me escribieron en un papel lo que pasaba, me había roto unos huesos de los oídos lo que hacía que la conexión entre los nervios y mi tímpano ya no estuviera, que ya no podría escuchar nada más nunca, aún seguía sin asimilarlo, era confuso entender que algo con lo que habías crecido y estado toda tu vida se había simplemente esfumado, nadie estaba preparado para dejar de escuchar de un segundo para otro, no te lo planteabas nunca.

Me tire en la cama sin querer pensar algo más sobre cómo sería más mi vida, aun era muy raro tener que comunicarme con todos a mi al rededor con papel, Chishiya es un cirujano pediátrico para mi sorpresa uno de los pocos que sabe lenguaje de señas, así que en cuanto termine condenada a esto le pidieron que me ayudara, seamos honestos mis padres pagaron para que lo hiciera, soy una deportista y según todos alguien importante.

El fue honesto diciendo que me acompañaría en esto por obligación pero creo que al final le di lastima ya que no es tan frío conmigo como veo que lo es con todos los demás, mire por la ventana viendo que seguía hablando algunos carros en el mismo lugar que cuando llegué, gente de espectáculos o algo parecido de seguro.

Voltee a la puerta al ver un poco más de luz de lo normal en el piso, Cheshire, como comencé a llamar al peliblanco porque cuando sonríe parece ese personaje, estaba entrando con una bolsa en la mano, por como movió las manos le entendí que eso lo había encontrado afuera y que era para mi.

Me quedé sorprendida al ver que eran mis dulces favoritos, los abrí de inmediato tomando un puñado y comiéndome lo, sabía a gloria sin duda, le pregunté si el sabia quien me lo había dejando, esperaba que dijera que mis padres pero alzó los hombros confundido, tomó uno de los postips y escribió que no veía a mis padres desde hace dos días, el no creía que fueran ellos ya que si no de seguro hubieran entrado a saludarme.

Dije que no importaba quien fuera sin duda lo amaba aunque no se me ocurría otra persona además de mi mamá o mi papá que supieran que me gustaban estos dulces, eran mi obsesión desde que tenia 6 años, me preguntó si quería que siguiéramos practicando aunque preguntaba sabía que no era una sugerencia así que solo asentí.

Narrador Omnisciente:

La karateka no sabía que una chica con rastas había pasado dos días buscando los que recordaba eran sus dulces favoritos, rogaba que lo siguieran siendo o si no al menos había sido anónimo y ella no lo sabría, probablemente Kuina había tardado más escribiendo la nota que en encontrar su regalo.

Temblaba de los nervios mientras pensaba en como dejaria el objeto en la puerta, tuvo que preguntar a varias enfermeras si sabían donde estaba su cuarto, varias la mandaron muy lejos creyendo que solo era una admiradora algo obsesiva, al menos se sintió aliviada de que no dejarían a cualquiera acercarse a su amada, al final su salvador fue ese cirujano con rostro burlón.

_¿Porque debería de ayudarte?_ pregunto Chishiya después de que la chica le dijera muy poco de porque queria llevarle a su paciente esas cosas, Kuina pensó si decir toda la verdad pero pensando en eso creyó que sonaría muy cursi así que prefirió guardarselo, argumento que los escucho hablar en el comedor y creía que podría hacerla sentir mejor, realmente el chico solo acepto hacer el favor para ver que ocurría y entretenerse un poco.

La de rastas no estaba segura si quería que la ojimiel se diera cuenta de quien era quien se lo enviaba a pesar de que sabía lo obvia que había sido, aunque estaba segura que ella no esperaría verla de esa manera, ella esperaría a Hikari algo que le aterraba, se río del grito que fue capaz de escuchar desde lejos, eso había sido suficiente recompensa por lo mientras.

Kazumi por su lado pegaba saltitos mientras leía la nota que venia con los caramelos, era casi igual de dulce, estaba hecha un tomate nerviosa, la había puesto de un gran humor, la nota le decía que era fuerte y podía con todo lo que se pusiera en su camino, que siempre luchaba con todo lo que tenía hasta ganar, sonaban a palabras de una persona que la conocía a la perfección, esas dos se iban a volver la novela del cirujano.

La pelinegra le preguntaba al contrario si eso era un intento de coqueteo pero este le pedía que se concentrará en las lecciones, esos dulces serían apenas el inicio de lo nuevo que las dos podrían llegar a tener, todo en sus vidas había cambiado aunque aún conservaban en lo más profundos de sus corazones todo lo que en su momento habían sentido, ya no eran esos niños o adolecentes ya no creían en un amor perfecto de cuento de hadas, sabían todo lo que se había metido alguna vez entre ellos.

Sus corazones gritaban de emoción y alegría, estaban tan cerca y tan lejos a la vez una de la otra, esa distancia tan corta era tortuosa igual que el no haberse visto en todos esos años y el tener que iniciar de cero quizás era aún más doloroso.

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⏰ Última actualización: May 10, 2023 ⏰

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