Capítulo 7

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Con ella aprendí que el amor puede ser caótico e impredecible.

No es que fuera bipolar, pero nunca sabía si me iba a odiar o a amar, si huiria o me pediría que me quedara eternamente. Y es por eso que la amaba: porqué sus idas y venidas podían ofrecerle todo...y dejarme sin nada. Tiene una tristeza que duele, sin embargo no he visto a nadie, jamás, reírse tan fuerte de la vida.

—Buenos días niños— saludé a mis hijos al bajar al entrar al comedor, eran vacaciones, estaba nevando afuera, pero yo tenía que trabajar. —Hola linda

—Hola cariño— Letitia me saludó con un beso rápido en los labios. —¿Trabajarás hoy?

—Si. Me esperan en la oficina

—Creí que irías a la obra

—No, van a evaluar un nuevo proyecto, y quieren que este presente, tengo que irme. Vamos niños, los llevaré con su mamá

Dos días para navidad, esta sería la primera navidad que pasarían sin su madre, sería duro, pero necesario.

Al llegar a su casa yo no bajé, los niños se despidieron de mi y corrieron hasta su madre, ella me saludó a la distancia agutando su mano de un lado a otro, sonriéndome con ese mágico esplendor.  Era tan desesperante, era una de esas personas que no podían estar quietan un segundo, siempre estaba haciendo algo. Cada que oía su canción favorita, sin importan en donde estuviéramos ella iba a saltar, bailar y cantar sin miedo a la vergüenza, era muy curiosa, distraída, pero lo suficientemente observadora como para notar que tienes ganas de estar solo, se reía hasta de la mosca que pasaba, ella es de esas personas que si te permites conocer, nunca olvidarás. Y que fastidio.

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—¿Canadá? ¿Bromeas? Attuma, sabes lo que estoy intentando ahora, no puedo irme así nada más

—Es un gran proyecto Namor, debes tomarlo, los inversionistas te quieren a ti, a nadie más. Solo tu puedes hacer los diseños que piden

—Mis hijos me necesitan aquí, lo sabes

—Solo será un año, puedes llevarlos contigo

—No es así de sencillo

—Por favor, piénsalo, no lo rechaces tan fácilmente

Todos sabemos que tomar decisiones nunca ha sido mi fuerte.

El camino a casa fue pesado, mi mente le daba vueltas a la idea, pero por más que pensaba no encontraba la respuesta. Pero una vez lo dije: cuando me siento a la deriva, ella es la luz del faro que me lleva a la orilla.

—¿Podemos vernos?— no dudé en llamarla y ella claro que no se negó.

Me senté en espera de ella. Estaba sentado en medio del campo a unos metros de la casa, con la vista del atardecer frente a mí, con la firma de amor más grande y única que puede existir. Mirar el cielo me hacia pensar en las infinitas posibilidades aue esta vida traía, como es que una sola decisión, por más básica e insignificante que sea puede decidir el curso de tu vida.

—Listo, ahora dime, ¿qué te angustia?

—Pareces psicóloga

Se paró a mi lado, el helado vielto sopló y ella abrió los brazos dejando que el frío la abrazara.

—¿Qué haces rara?

—Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Ahora cállate y dime, dejé el horno prendido y me estoy congelando

—Me ofrecieron un empleo en Vancouver, quieren que diseñe y supervise la construcción de un museo. Tendría que irme un año o tal vez más

—¿Y los niños?

El primer amor《Nashuri AU》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora