xv. "Bienvenida al plan, hija."

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          LOS GRITOS DE JONATHAN EMPEZARON A SONAR MÁS Y MÁS FUERTE cuando Alexia hizo girar el anillo de manera precipitada, como si de repente hubiera sido atrapada en el recuerdo de la casa incendiándose y en los alaridos de su hermano, lo que la llevó a la desesperación mientras la furiosa mirada de Imogen la perseguía. No veía absolutamente nada más que oscuridad, y los sonidos de su respiración agitada comenzaron a ser más claros a medida que el ruido en sus oídos disminuía. Su sexto sentido le afirmaba que estaba en el barco, pues sentía cómo el suave movimiento del agua mecía el navío de un lado al otro bajo sus pies, pero seguía sin poder apreciar nada más. De pronto soltó un grito, presa del pánico y sin poder moverse, hasta que los brazos de Valentine la envolvieron con rapidez y no, no para un abrazo, sino para sostener el cuerpo rígido de su hija menos favorita mientras contenía las ganas de darle una bofetada.

—¿Ahora qué has hecho? —inquirió irritado—. Elizabeth, ¿qué has hecho? —repitió tras no conseguir respuestas, previendo que en efecto, Alexia había vuelto a meter la pata sólo como ella sabía hacer.

—Yo... yo... —Consiguió abrir los ojos y vislumbrar lentamente el rostro de Valentine frente a ella, dejando que el calor de su cuerpo aflojara los músculos agarrotados en tanto lograba recuperar el aliento—. Es la Inquisidora, no sabía qué hacer... tuve que escapar... Idris... Prisión —balbuceó a toda velocidad.

—¿Qué? —espetó, aunque empezaba a hacerse una idea del contexto.

—Imogen quiso enviarme a Idris para ser juzgada como traidora, nos vio a Jace y a mí en tu barco y eso logró que se volviera más estúpida. Insinúa que Jace está de tu lado y que yo estoy siguiendo sus pasos tras de ti —explicó lentamente, tratando de recuperar el aire—, planeaba llevarnos mañana a primera hora a Idris para que nos condenaran a muerte.

—Y tú acabas de darle más motivos para hacerlo.

      Alexia soltó un largo suspiro, volviendo a sentirse un poco estable después del repentino ataque.

—No lo creo. —Observó a su padre fijamente, su mente Morgenstern trabajando tal y como se esperaba—. Si creen que podría ser valiosa entonces lo encerrarán hasta que puedan dar conmigo para llevarnos a Idris y confirmar que trabajamos juntos. En el mejor de los casos volverán a aislarlo, entonces podríamos sacarlo de ahí antes de que la Inquisidora decida asesinarlo.

—¿Por qué pensarían que vales algo?

—¿Una mundana con un pasado incierto que posee un anillo mágico que la hace viajar de un lugar a otro en segundos? Demasiado poco ordinario para la Clave, ¿no?

      A esas alturas estaba más que confirmado que su padre le guardaba cierto rencor.

—Por ahora será mejor que permanezcas en el barco —dijo éste, su mirada demostraba la maquinación de algún plan oculto tras aquellas pupilas oscuras y que, claro estaba, no iba a compartir con su hija—. No volverás a usar el anillo sin mi permiso. —Le arrebató el objeto de entre las manos y abandonó el cuarto sin agregar palabras, dejando a Alexia con mil dudas y la incertidumbre de lo que depararía el futuro ahora que ella misma se había expuesto como posible cómplice de Valentine.




















 —Le arrebató el objeto de entre las manos y abandonó el cuarto sin agregar palabras, dejando a Alexia con mil dudas y la incertidumbre de lo que depararía el futuro ahora que ella misma se había expuesto como posible cómplice de Valentine

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War Of Shadows¹ | SEBASTIAN MORGENSTERNWhere stories live. Discover now