Introducción

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Son alrededor de las cuatro de la mañana, y estás sumergida en un sueño profundo, tal como deberías estar

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Son alrededor de las cuatro de la mañana, y estás sumergida en un sueño profundo, tal como deberías estar. Tal como todos deberían estar.

Tal como nadie está.

Todas las chicas a tu alrededor intentan de manera desesperada sacarte de tu letargo; se miran las unas a las otras como si buscaran en los ojos de sus compañeras una forma de despertarte. Tras unos cuantos segundos, Galia se desespera y hace lo primero que se le ocurre: Quita las sábanas que tienes sobre el brazo izquierdo y te da un puñetazo en éste. No abres los ojos, pero te vuelves consciente del dolor que te causa el golpe, y de los murmullos a tu alrededor.

—Déjenme dormir —pides, casi en un susurro, mientras tus brazos se aferran a la almohada blanca en la que está tu cabeza.

—No, Martina —empieza una frase Galia, usando los tonos más graves de su voz. Abres los ojos al sentirte regañada—. Esto es importante.

—¿Qué ocurre? —pronuncias, mientras empiezas a incorporarte sobre la cama y a recorrer la mirada entre las tres chicas que te observan de vuelta.

Vuelven a mirarse entre todas, y entonces te das cuenta de que en serio es importante; aquella noción incrementa apenas pones atención a los ruidos y notas, distante pero presente, el sonido de una sirena. Muchas cosas pasan por tu cabeza al mismo tiempo que ésta permanece vacía. No reaccionas.

—¿Nos estamos incendiando? —preguntas lo que te parece más lógico en el momento, intentando ignorar el fuerte latido de tu corazón, o el calor que empiezas a sentir apenas pronuncias la interrogación.

—No —Es lo único que pronuncia Pamela—. No son los bomberos —Se limita a decir.

—¿Entonces? —cuestionas de nuevo, mordiendo tus labios, intentando deshacerte de la tensión que sientes.

—Es la policía —Galia vuelve a tomar la palabra—. Alguien mató a Victoria.

Entonces tu cabeza se llena de pensamientos; una mezcla rara de recuerdos e imaginación. Tragas saliva mientras sientes una primera punzada de culpa.

 Tragas saliva mientras sientes una primera punzada de culpa

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Punzadas de culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora