No Vio 4

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Estar con Granger una segunda vez significaba algo importante en Snape y no en el sentido en que se creaba escenarios formales, pero sí tenía más claro que ya no era un capricho de jovencita.

Probaba su cordura cada que tenía la oportunidad de estar a solas con ella, cada que cerraba la puerta detrás de su privacidad entre dos conciencias cómplices, rodeados de calderos o estantes de ingredientes inertes e incapaces de poder decir: "Es suficiente de arrumacos".

Al ir hacia el almacén la sorprendía con un toque en su cintura, sutil porque el mago era así y más cuando ella sobrepasaba su altura en esa enclenque escalerita de madera apoyada sobre sus tarros de aceite, la atraía hacia él para después besarle el cuello, terminar de hacerle el amor sobre una de esas mesas cafés gastadas y con ese sonido característico del rechinar las patas desde donde se sostenía, al ritmo único de su energía contra ella.

Suspiraba cada que podía y muy cerca a su boca, trataba de buscar sus ojos en cada oportunidad, sus ojos afiebrados y satisfechos gracias a su energía. Lo notaba, notaba que lo hacía bien y le importaba no ser un recuerdo desagradable para ella.

Tomarla era un banquete de caricias sobre él porque no se quedaba satisfecho con el cumplimiento carnal y satisfactorio, estaba fascinado porque parecía increíble en su cabeza verde de serpiente, le hacía el amor tan sólo para recibir lo que ella quería ofrecerle, eso que ocurría después de sus deesperados y agitados logros por conseguir aire, sus abrazos y besos o ese usual buen grupo de mimos sobre la cama, toques en su rostro de sus manos delicadas y palabras suaves viendo sus ojos negros.

¿Por qué, por qué le gustaba tanto eso de ella? Y lo aceptaba como si fuera un joven mago. ¿Por qué le hacía temblar el piso cuando le sonreía mientras él decidía mirarla serio?

Él ya no era un niño, ni si quiera un adolescente y ella le volvía una tormenta la cabeza cuando empezaba a coquetear con su forma de verle, a veces inocente en atención de sus comentarios estudiantiles y otras encendidas para jugar con él a tener una pequeña cita afuera del castillo.

Su habitación era el lugar que ambos preferían porque la cama de Snape era amplia y le encantaba a la chica. Hermione era una joven sencilla, sin caprichos de por medio, sin peticiones ridículas u ostentosos pensamientos, de hecho era una mujer muy compartida y atenta con el mayor cuando venía de Hogsmeade.

Snape le había obsequiado varios juegos de sábanas para la enorme casa a juego con los colores de las paredes y ella apartó dos para llevarlas a su aposento de relajación, ese lugar que ahora compartían entre los muros fríos de las mazmorras. Sus sábanas de seda color blanco humo, eran tersas, como plumas finas para su cómodo deleite compartido.

Ahí dormía ella, cada dos días,se había acostumbrado a verle en la noche todos los días o dormir con él después de la guerra fría (esa donde estaban desnudos).

¿Qué era eso que tenían? Se preguntaba el mago y a la vez se obligaba a no hacerse ilusiones a pesar de sus apasionadas despedidas.

-Iré a la biblioteca -dijo suave la chica en susurro sobre los labios delgados del mago, llevaba dos horas besaándole mientras este la apretujaba a su cuerpo por la cintura con ambas manos inquietas en sus muslos y caderas, ahí debajo de su falda gris de prefecta.

Snape la sostenía entre sus piernas mientras reposaba en el brazo alto de su sofá negro y amplio.

-Tengo ganas de ti -susurró el mago en su oído y luego pasaba de nuevo a su boca-, ¿Por qué no vas mañana temprano? -el mago estaba descolocado, su rostro encendido por ese tiempo de besos y mimos de la chica.

-Necesito unos datos, profesor -susurró en el mismo tono de deseo que él.

Snape en cambio cerró la puerta con un hechizo mental y veloz para después empezar a quitarse la levita sin dejar de besar a Hermione por más tiempo para empezar al fin a desvestirla.

No Vio - Sevmione SnamioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora