El manto blanco comienza a cubrir a la enorme ciudad de New York y para Elsa Arendelle es otro recordatorio que se suma a su aburrida vida independiente.
En esta época del año la ciudad se adorna de luces, los árboles pierden sus hojas y las temper...
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"Nuevo año, nueva vida, ¿no?"
— No, lo haré. Me niego.
— No es cuestión que quieras hacerlo, lo tienes que hacer.
— ¿Hay alguna firma que verifique lo que dices?
— Te bastará con mi palabra.
— Vaya esperanza.
— Pues eso, te jodes.
— ¿Sabes que tu deber es amarme, no? —. Murmura. Poniendo las manos sobre sus caderas. —. Empiezo a creer que esto de las relaciones no es lo tuyo.
— ¿Para que apuestas si al final no cumples nada? —. Río divertida desde el sofá. Jack no quiere voltearse, ya lleva cinco minutos parado frente a mí.
— El rojo no es mi tono. —. Me vuelve a recordar por vigésima vez.
— Vale, que ya me has dicho los mismo muchas veces. —. Reniego. —. Date la vuelta, quiero mirar.
— No.
— Vamos.
— No.
— Jack...
— Elsa...
— Vamos, quiero verte de frente.
— Cielo...—. Dice grave, con suplicidad.
Bueno, puede que ese apodo empieza a gustarme más de lo que admitiría.
— Esto me sienta horrible. —. Suspira hastiado y no, no evito reírme. —. Parezco...uno de esos drags que salen en televisión, solo que ellos se ven bien.
— ¡Qué va...! Si a ti te queda todo.
— Ajá.
— ¡Date la vuelta!
— ¡No me obligues!
— ¡No te estoy obligando!
— Que si y para ser mi novia, eres muy mandona. —. Lo escucho reír, dándose la vuelta finalmente. —. ¿Contenta?
— Mucho.
Recojo mis pies sobre el sofá, mirando a Jack con detención. Él levanta una ceja y luego de un largo suspiro, gira sobre sí, modelandome. El vestido rojo junto al labial le sientan de maravilla, no sé si tomarle una foto y subirla a Instagram o lamentar que su piel es más limpia que la mía. Después de todo, se lava el rostro con el mismo jabón que el cuerpo.