Notas: espero y está historia sea corta aunque ni yo sé que tan larga será.
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Caminaba lentamente apoyada en un bastón de madera bastante sencillo si se tomaba en cuenta todas las bellezas que ella había creado a lo largo de su joven existencia, no tenía intenciones de llegar rápido a su destino pues no era un lugar que le agradará y más sabiendo que la única que vez que estuvo en ese lugar fue cuando apenas era un recién nacida a la cuál su madre sin darle importancia a las consecuencias que podía tener su actuar la tiró desde el monte Olímpo, cayó durante 9 días y 9 noches estrellándose en las frías aguas del mar cercano a la isla Lemnos.
Dónde las dos mujeres que se encargarían de enseñarle todo lo que saben y calmarían el dolor de la pequeña recién nacida que por consecuencia del duro choque termino quedando con una gran parte de su cuerpo dañará, además de quedar renca y necesitar bastón más adelante.
Normalmente los dioses pueden sanar todo daño que reciben pero cuando son niños y principalmente bebés esos daños ya no se podrán sanar o talvez si pero tardarán años en poder sanarse por completo, esto se debe aquí aún su esencia divina no están fuerte y podría decirse que son vulnerables a muchos daños.
La joven diosa miro a los cielos donde pudo ver un hermoso pegaso negro y por lo que veía había alguien montado, desde donde estaba podia sentir la oscura aura de la deidad montada en el majestuoso corcel.
Le dió un poco de miedo ese ser y eso que ni si quiera lo había visto en persona.
"Y si mejor me regreso a casa? La venganza no es tan importante"
La joven saco cualquier pensamiento pesimista de su cabeza tenía que hacer esto, ella tenía todo el derecho a tener su venganza si otros podían hacer eso porque ella no?
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La oceánide Eurínome vio un pequeño bulto estrellarse con el oscuro mar por un momento pensó que era una roca o algo así, hasta que sintió la débil aura divina que era normal en los niños.
Se metió en la profundidades buscando el pequeño bulto el cuál cuando encontró tomo en brazos y volvió a subir, en la orilla de la isla Lemnos pudo por fin ver a la pequeña la cuál no era muy agraciada pero aún así no vía motivos para que alguien la tirada como simple basura.
