❛❛𝑰 𝒔𝒆𝒆 𝒘𝒉𝒐 𝒚𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆❜❜
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— Ah, no puedo creer que la gente llegue a cometer actos tan mezquinos... Pero lo peor de todo esto es que no he podido hablar siquiera con su majestad.— Mencionó seguido de un suspiro el varón.
Aquel joven miraba toda la habitación donde se hospedaba en aquel palacio, sin atención alguna, con sus pensamientos indagando hasta en la más mínima cosa. Él era Dirael, un joven de alta estatura, con cabello largo y oscuro como la noche, ojos azul cielo, y con pequeñas cicatrices que adornaban su rostro, hechas por antiguas batallas.
Lejos de ser horrendo, era de gran atractivo para los de su pueblo y extranjeros, a pesar de las marcas de guerra que habían marcado de por vida su rostro.
También, atraía a las jóvenes de diferentes providencias por su gran intelecto, aunque no era muy reconocido o aceptado en la sociedad, sobre todo en la corona de distintos países, al ser aclamado "débil".
Comenzó a ser llamado así desde un enfrentamiento de su reino, Candever, contra Shamu, reino conocido por su magia y hechicería avanzada, en el cual se negó rotundamente a participar como líder de su pelotón debido al miedo de terminar maldito por sus contrincantes.
Pero no era débil. Solo era alguien muy precavido y meticuloso, pasando desapercibido de otros que no lo reconocieran, por su aspecto generalmente sencillo, o por siempre permanecer en silencio.
Y lamentablemente, ese había sido el caso de la emperatriz.
En ese día, en el que ambos se cruzaron en medio de la noche, ella siquiera lo había reconocido, aún habiéndolo visto en algunas discusiones y acuerdos políticos, en los tiempos en los que él era el heredero de su nación.
Ella estaba al tanto de que su padre, el rey Jasael, había fallecido y ahora la corona le pertenecía a él, a Dirael. Sin embargo, ni siquiera lo recordaba, en su lugar solo lo veía como alguien más que formaba parte del grupo representante de Candever, que ahora estaban en Veletia para algunas negociaciones.
— Pero no tiene relevancia por ahora. Ya hallaré la oportunidad de hablar con su majestad Elizabeth. —Finalizó para sí mismo con seguridad.
La verdad, no tenía prisa al querer hablar con la emperatriz. De hecho, sus intenciones no era involucrar a los reinos vecinos o algún acuerdo para sus naciones, como deducían sus caballeros.
El quería hablar con ella para conocerla, para saber de ella, únicamente por curiosidad. Los rumores de la gran astucia e inteligencia de Elizabeth corrían por los reinos vecinos, del como sabía qué hacer en cada situación, y de su infinita serenidad ante cualquier momento. Era inquebrantable.
Le intrigaba, esa era una realidad. Y su mente exigía saber más de aquella noble de cabello oscuro, quería saber si ella era esa noble de buen corazón, siempre con una sonrisa, y con humildad desbordando de sus manos como comentaban los del pueblo.
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⏄ 𝘾𝙤𝙧𝙤𝙣𝙖 𝙙𝙚 𝙨𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 ®
Science Fiction𝗦𝗶𝗽𝗻𝗼𝘀𝗶𝘀: 𝖤𝗇 𝗎𝗇 𝗉𝖺𝗂𝗌 𝗅𝗅𝖾𝗇𝗈 𝖽𝖾 𝗋𝗂𝗊𝗎𝖾𝗓𝖺𝗌 𝗇𝖺𝗍𝗎𝗋𝖺𝗅𝖾𝗌, 𝗀𝗈𝖻𝖾𝗋𝗇𝖺𝖻𝖺 𝗎𝗇𝖺 𝗋𝖾𝗂𝗇𝖺 𝗌𝗈𝗅𝗂𝗍𝖺𝗋𝗂𝖺 𝖼𝗈𝗇 𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺ñ𝗂𝖺 𝖽𝖾 𝗌𝗎𝗌 𝖽𝗈𝗌 𝗁𝗂𝗃𝖺𝗌 𝖺𝖽𝗈𝗉𝗍𝖺𝖽𝖺𝗌. 𝖫𝖺 𝗋𝖾𝗂𝗇𝖺 𝗆𝗈𝗌𝗍𝗋𝖺𝖻...