Capítulo 10.

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Fue arrojado através de la penumbra y cayó de bruces contra el suelo; al principio, Morgan creía que no vería nada o se encontraría con los últimos instantes de su vida, pero sintió el olor a lirios, ligeramente mezclado con el aroma sútil de la lavanda antes de parpadear y mirar a su alrededor. Un jadeo tembloroso se deslizó de sus labios cuando levantó la cabeza y el denso bosque se cernió sobre él, notorio por una luz fantasmal plateada que asemejaba los rayos de luna en un cielo vacío.

Si no fuera por el funeral de sus tíos, Morgan habría creído que se encontraba en el exterior, transportado a un punto diferente de Grimmauld Place para ser secuestrado por las sombras, pero no era posible. La luz que reflejaba sombras en el bosque, atravesando hojas negras con rayos plateados y el aroma de las flores lo hicieron relajarse; su corazón había estado palpitando a un ritmo alarmante solo segundos atrás, pero, por razones que no lograba comprender, se sintió en paz mientras era acogido por una suave brisa helada. Apoyó sus manos contra el suelo, sintiendo la tierra y gravilla contra sus dedos, se levantó lentamente para mirar a su alrededor y su confusión fue en aumento cuando, detrás suyo, una puerta se sostenía al aire; era simple, de madera y de un color gris claro, lo único extraordinario era el marco de piedra que la sostenía, labrado con diferentes espirales que formaban picos y figuras de aves con largas colas emplumadas.

Morgan se sobresaltó cuando la puerta desapareció en una imagen traslucida, apenas haciendo temblar el suelo.

Ven... — llamó una voz a su costado. Morgan se puso de pie y levantó las manos contra la sombra que no había notado acercarse.

Seguía sin tener rasgos, pero sus ojos parpadearon dos veces en su dirección antes de señalar a su izquierda, apartándose para mostrarle a Morgan que no era una amenaza. Con pasos cautelosos, siguió su dirección, mirando varias veces sobre su hombro para asegurarse que no se volviera a acercar.

Mientras más avanzaba, el aroma de las flores se hacía más fuerte, al igual que la sensación helada que recorría su cuerpo. Esquivó varios árboles secos antes de llegar al final del bosque, donde un claro se extendía cubierto de flores destellantes de color blanco, su luz apenas era lo suficientemente fuerte como para mantener el lugar iluminado, logró distinguir que se trataban de lirios y lavandas. Arqueó una ceja confundido pero todo sentimiento fue reemplazado por un gemido tembloroso que casi le hizo correr de vuelta al bosque; gracias a las flores, los arcos negros con líneas plateadas eran más notorios, iluminando a su vez un camino de adoquines que llevaba a un castillo en ruinas; los muros estaban desechos, las torres desmoronadas y apenas eran visibles las columnas que sostenían lo que alguna vez fue un techo. Morgan reconoció las luces y el camino por sus sueños, pero la imagen del imponente castillo le robó cualquier aliento.

Se quedó rígido, dudando en acercarse y luchando contra la necesidad que se abrió paso en su mente. No fue difícil para él distinguir el anhelo de su magia, zumbando en su interior antes de que decidiera caminar a los arcos con pasos lentos. Morgan estaba preparado para defenderse de cualquier peligro en aquel mundo extraño, sin embargo, su voz interna susurraba constantemente que no había nada que le fuera a hacer daño. No era tan confiado como para dejar que sus defensas bajaran.

Mientras se acercaba a las ruinas, intentaba distinguir mucho más de los alrededores; una frágil neblina se deslizaba en el pasto y, junto a los laterales de los muros caídos del castillo, distinguió cortinas de luces blancas, no estaba seguro de lo que eran, pero se movían con sutileza gracias a la brisa. Trató de no tropezar cuando el camino comenzó a llenarse de rocas, junto con algunas astillas de madera y fragmentos de metal. Una gruesa columna había partido los escalones de la entrada por la mitad, tuvo que rodearlas para llegar hasta un gran arco, apenas sostenido por unas pocas piezas de roca en sus extremos. Morgan entró a un salón principal, donde siguió unas segundas escaleras que lo llevaron a otra habitación. Entrecerró los ojos mientras más avanzaba puesto que, con la distancia, una luz azul se filtraba de los agujeros del muro que lo separaba del otro salón. Llegó hasta las puertas de madera y apenas logró empujar con fuerza para abrirlas.

Voz Silenciosa || Harry James PotterOnde histórias criam vida. Descubra agora