Capítulo 12

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-¿Cómo lo dejaron salir en ese estado?- pregunté cerrando la puerta tras de mí y recostándolo en uno de los futones cerca con extremo cuidado, antes de volver mi mirada fulminante a Hidan y Kakuzu, estaban sentados juntos en una de las estrechas esquinas de la habitación. El cuarto era específicamente para grupos de tres a más personas pero su espacio estaba muy comprimido por los objetos.

-¿Dejarlo? Él se escapó- la ingesta cantidad de alcohol que Kakuzu había consumido hacía su voz turbuleante casi inentendible. La imagen que tenía de él era de una persona "seria"; pero claro, con el loco que tenía por compañero era muy evidente su cambio con el pasar del tiempo. Arrugué mi entrecejo con la intención de saber el motivo de su huida. Hidan con esfuerzo se recostó del hombro de Kakuzu para ponerse en pie, con pasos tambaleantes se fue acercando con lentitud. Sonrió de lado burlón dándome a entender que diría algo estúpido, cómo era su costumbre; llegó al frente mío posando su mano en mi hombro sosteniendose de el.

-Se puso a llorar- confesó agrandado su sonrisa; dejándome cómo si me hubieran hechado un balde de agua helada al oírlo. Millones de ideas vinieron a mi mente atormentandome con cada una de ellas, no supe el significado ni como tomarlo, si bien o mal. Deidara había llorado y luego fué a hablarme, abrí los ojos dejando notar mi sorpresa pegando mi mirada en los morbosos ojos de Hidan.

-¿Qué es lo que quieres decir idiota?- atiné a soltar quitando su mano con rudeza -Deidara estuvo llorando y ustedes ¿No hicieron nada?- interrogué exhaltandome.

-Solo lloró, decía cosas sin sentido- Kakuzu contestó haciendo también el intento por pararse apoyándose en las blancas paredes a su lado.

-Kuzu tiene razón, así que deja de enojarte y vámonos, está apunto de amanecer- su desinterés me frustraba, no parecían tener la iniciativa de explicarme el motivo por el cual mi compañero había estado llorando, la duda subió a mi mente planteandome pregunta tras preguta.

¿Por qué lloraba?

¿Tenía que ver conmigo?

¿Se acordaría de lo que sucedió?

Ellos empezaron a alistar sus cosas guardándolas una a una en sus respectivos equipajes, giré para encontrar otra vez a mi constante preocupación, durmiendo plácidamente mientras su respiración pesada y calmada me hacían querer perderme a su lado hasta descansar con la misma intensidad.

Estaba cansado, el no dormir aumentaron las ojeras bajo mis ojos tornandolas de un tono oscuro casi negro, bufé para empezar a caminar hasta él despacio, teniendo cautela de no despertarlo de su espléndido sueño tan profundo. Lo cargué en mis brazos después de colocarme la capa de Akatsuki para salir tras Kakuzu e Hidan.

Y con respecto a mis sentimientos, los acepté, no quise comprimir mis emociones negándome a la posible respuesta de mi sentir, pero la idea de no ser correspondido me aterraba a tal punto de darme ansiedad, en el camino a la posada medité sobre todo, desde el comienzo de nuestra convivencia hasta hoy. El día en el que recién luego de tanto tiempo aprendí a identificar que estaba sintiendo. Admitía que tenía miedo, por primera vez en mis cortos diezsiocho años de vida sentía lo que era el temor en ese aspecto, el aspecto de no saber de los sentimientos de la otra persona.

Sin embargo, dudaba todo el tiempo, con mis sentimientos claros en mi mente sabía que era suficiente pero.. ¿Y Akatsuki? Ellos no permitían las relaciones y mucho menos si eran entre hombres. El último punto me tenía sin respuesta, estar con Deidara era lo que quería, pero mi orgullo no me lo permitía, no me permitía ver a ese maravilloso ser a la cara y expresarle todo lo que sentía con palabras nada más. Necesitaba borrarlos, borrar todas las dudas que me hacían mal, quería saber el camino para encontrar la respuesta que tanto anhelaba a pesar de estar seguro de que lo quería. Quitarme el miedo de una vez por todas para olvidar y ser feliz después de tantos años, estaba cansado de la vida que llevaba siendo un desertor y asesino, de no tener a mi hermano junto a mí cuidandolo y abrazándolo mientras le brindaba el amor de hermanos en su adolescencia, el mismo amor que tanto debió necesitar en todos los años ausente.

Me arrepentía de hacerlo sufrir así, de esa manera, él lo tenía todo y yo se lo quité. Dañé a la única persona que en verdad quería en mi familia, aúnque no tenía opciones. Mi yo de catorce años aún era un niño con la responsabilidad de una aldea en su lomo.

Había lastimado a Sasuke y estaba consiente de ello, lastimé a Izumi y también lo sabía. Pero Deidara, no quería lastimarlo a él también.

Habían tantas cosas que quería decirle a su rostro duermiente en ese momento, darle a entender como me sentía sin él y como quería cambiar para darnos una mejor vida si es que lo nuestro llegará a funcionar. Si mis sentimientos eran correspondidos. Estaba frío y seco por dentro al igual que el ambiente al alrededor, los pasos lentos que mantenían Hidan y Kakuzu frente a mí me daban el tiempo suficiente de pensar cada vez más a fondo en como solucionar la pequeña crisis que se había formado al empezar a pensar en el tema. Y aunque ya tenía una respuesta, trataba de evitarla para no agregarle más sufrimiento a la mierda de vida que llevaba, para no torturarme otra vez.

-Oye Itachi, camina más rápido pareces una tortuga- Hidan me sacó de mis pensamientos con su voz ruidosa, volteó a penas para verme de reojo con el ceño fruncido -Hoy no hay sol, no hay necesidad de caminar lento- agregó a su comentario con burla en el tono, una sonrisa bromista vino acompañada.

Lo ignoré, no contaba con los ánimos suficientes como para enojarme por sus tontas burlas. Seguimos caminando hasta que sentí a Deidara removerse en mis brazos haciendo una mueca, estaba apunto de despertar.

Dejé que se adelantarán y lo llevé a una roca apoyando su cuerpo ahí, si despertaba viendo que le estaba cargando, lo más probable era que reaccionara mal, prefería evitarme las posibles preguntas que me haría, poco a poco sus ojos se fueron abriendo lentamente permitiéndome perderme en ellos una vez más, verlo despertar de esa manera me conmovía a un nivel extremo, la ternura que sentía por él era inexplicablemente hermosa. Su ceño se frunció acoplandose a la leve luz del día nublado, su mano levantándose hasta llegar a su ojo comenzando a frotarlo para estimular su despertar, fueron suficientes para que notará mi presencia a su lado. El sueño en él pareció desaparecer por completo en cuánto me vió, no me veía mal, ni con miedo o rabia, me tranquilizó ver qué su reacción no era nada más y nada menos que una linda sonrisa reconfortante.

-¿En dónde estamos?- Deidara tenía la voz clara y suave, parecía haber despertado de buen humor. Sonreí al deducir el porqué.

Suspiré tranquilo y contesté -En el bosque.

Levantó las cejas bajando su mano hasta el piso en el que se apoyaba -¿Y Kakuzu e Hidan?

-Adelantándose- hice una pequeña pausa mientras él bajaba su vista como si estuviese meditando mis palabras -Y tú, ¿cómo estás Deidara?- hablar con él otra vez sin que estuviera ebrio le daba una inmensa quietud a mi palpitante corazón.

-Bien ¿por qué la pregunta?- respondió volviendo a verme con la mirada serena y tranquila.

-Por nada, ¿Te puedes levantar?- no quería sacarle el tema de ayer, probablemente no lo recordaba, pero si era como lo suponía ¿Por qué me hablaba?

Antes de pensar en decírselo me levanté extendiéndole la mano para que se pusiera en pie a mi altura, alzó sus ojos curiosos hasta hallar los míos dudoso de tomar mi mano o no. Con calma se dió el tiempo de tomarla lentamente presionando su agarre en cuánto tuvo las intenciones de levantarse de piso. De igual manera lo sostuve fuerte para que no cayera, pero me dí cuenta de que ejercí mucha fuerza cuándo lo atraje demasiado a mí, dejando su pecho a escasos milímetros del mío.

Su rostro cerca, nuevamente me hizo sentir aquellas escandalosas mariposas en mi estómago, su mirada perdida en mis ojos al igual que los míos en los suyos provocaron que empesace a diamvular en mis recuerdos de hace unos meses, el día que no permití que cayera y lo sostuve de los brazos apricionandolo a mí. El día en el cuál por primera vez mis ojos conectaron con los suyos apreciando su pizca exótica inigualable.

-Tú..- mi voz se torno diferente dándole un tono de extrañesa sin quitar mi mirada.

-Estoy bien- interceptó aún manteniendo la escasa distancia de nuestros rostros, su mirada seria al igual que el tono de voz que utilizaba me incitaban a seguir viéndolo y a apreciar sus ojos sin descaro los segundos, minutos u horas que sean necesarias hasta saciar la necesidad de observarlos. Sin embargo, jamás me cansaría de ellos así los tuviera frente a mí las veinticuatro horas del día, de eso estaba completamente seguro.

Rain Of LoveWhere stories live. Discover now