I

5 2 3
                                    



Mi alrededor se sumía en una completa bruma negra, sentía como si ocurriera de todo fuera de mí, era como un sueño oscuro interminable bastante aterrador. Mis parpados se sentían demasiado pesados, no podía abrir los ojos pero me esforcé en despertarme. Demore mucho pero al final después de tantos intentos  tome conciencia de mí mismo. Al despertar una luz blanca me recibió, cego absolutamente toda mi visión. Era totalmente irritante. Mientras recuperaba mis sentidos escuchaba pitidos muy cerca de mí.

 
«¿Dónde rayos estoy?»

 
—      ¡Despertaste! Mierda, me tenías asustado hombre.

 
—      ¿Qué hago aquí? — Dije aturdido, mi vista aún estaba borrosa. Me intenté levantar sin éxito, debido a que Liam me recostó bruscamente en la cama de nuevo.

 
—      Quédate quieto, necesitas descansar — Me miro con mala cara antes de suspirar. Se quitó los lentes del puente de su nariz antes de preguntarme: — ¿Por qué lo hiciste, Alan? No puedo creer hasta el punto que has llegado.

 
Lo mire fijamente antes de conectar todas las piezas dispersas.

 
Me había intentado suicidar…

 
—      Y…Yo…

 
—      Volviste a soñar con ella ¿Verdad?

 
Giré mi rostro para que no pudiera ver mi impotencia. Apreté mis manos para que no se notara que estaba temblando. Era una pregunta la cual la respuesta ambos ya sabíamos ¿Qué se podía esperar? Me conoce perfectamente como si fuera la palma de su mano. Sabe de todo y hasta que punto soy capaz de llegar, pero siento que está vez me sorprendí hasta a mí mismo.

 
—      ¿Has considerado ir a terapia? —Dijo jugando con sus lentes. Me sentí mal por un momento, se que lo preocupé y que esa acción es una distracción para no dejar salir sus sentimientos.

 
—      Te lo he dicho muchas veces, no quiero.

 
—      An…

 
Suspiro resignado.

 
—      Está bien, no te presionaré con ello. — Se levantó de la silla mientras se ponía nuevamente sus lentes — Iré a buscar tu comida… La comida del hospital no es tan buena pero debes alimentarte.

—      Bien.

 
Dije secamente mientras veía que la sonrisa forzada de Liam caía poco a poco antes de que saliera de la habitación.

 
Cerré mis ojos y suspire. Alce mi mano para mirarla, aún sin poder creer lo que había hecho. Tenía miedo de mí mismo y de lo podía llegar a hacer.

 
A los pocos minutos Liam volvió con la comida y me ayudó a sentarme, la herida dolía como el infierno pero tenía que soportarlo.

 
Pasaron dos semanas y al fin me dieron de alta. Me sentía aliviado, el olor a desinfectante y cloro de ese hospital me estaba volviendo loco. Liam pidió un taxi para llegar al depa que compartíamos. En el camino me explicaba lo necesario que era contratar una enfermera personal para que cuidara de mi mientras el estaba en sus guardias y viera que no me volviera loco, pero por más que insistió no me convenció.

 
—      Recuerda tomarte los medicamentos a la hora, comer y beber suficiente agua, cualquier cosa si se te olvida te mandaré un mensaje para recordarte. Deje tu almuerzo preparado, calientalo en el microondas, debes comer, estás muy delgado. Me llamas si necesitas algo o empiezas a sentirte mal. Y…

Notas de un brillo sin esperanzaWhere stories live. Discover now