~El peaje.

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Era una noche aburrida y tediosa como cualquier otra en el gris trabajo de un viejo cajero de peaje. Además esa semana le tocaba trabajar en el turno de noche y el aburrimiento se multiplicaba en una de esas largas noches en las que casi no pasaba ni un vehículo. Su única compañía hubiese sido su compañero Ernesto, pero por desgracia a él esa noche le tocaba la entrada de camiones y vehículos pesados que se encontraba en la cabina más alejada. Hacían mas de veinte minutos desde que pasó el último coche y estaba
empezando a perder su lucha contra el
sueño cuando a lo lejos apareció uno de
esos coches tuning que parecían una
atracción de feria con sus luces de neón y su música a todo volumen... Escuchar Daddy Yankee a todo volumen a las cuatro de la mañana ya hubiese
sido motivo suficiente para odiar al
grupo de macacos que había en el
interior del vehículo. Pero al bajar los cristales tintados de la ventanilla su
repulsa aumentó al ver a un niñato de
unos veinte años con una camiseta sin
mangas y el típico cuerpo de haberse machacado en el gimnasio aderezado con un poco de esteroides. Además tenía todo el brazo, el cuello y parte de
la cara tatuados, pero lo más
impactante de su aspecto de matón de
discoteca era una funda metálica en los
dientes superiores que hacía que su
aspecto fuera incluso más amenazante y aterrador. - ¿Qué pasa abuelo tengo algo pintado
en la cara o qué? Tras hacer la pregunta se escucharon
unas risas de los otros ocupantes del
vehículo, debían ser unos tres mas y
cuando vieron que su "líder" se
envalentonó aprovecharon para
asomarse por las ventanillas para ver la cara de miedo del viejete mientras su
amigo le empezaba a molestar. - Vamos Tutankamón que no tenemos
toda la noche ¿Cuánto es?
- Un euro y medio - contestó el viejo
sin levantar la cabeza.
- ¡¡Pero serás ladrón!!! No me jodas
cada día es más caro. - Tiene usted razón señor pero yo no
pongo los precios, yo solamente soy un
"mandao".
- Jajaja mira el viejales que educado que
me llama de usted y todo. Me has caído
bien Tutankamon, ¡¡¡Sal de la cabina que nos vamos de fiesta!!!
- Disculpe señor pero no puedo
abandonar mi puesto.
- ¿Seguro que no te quieres venir? - El
matón alargó el brazo y le dio un
billete de cinco euros para pagar el peaje.
- No, muchas gracias - le dijo el hombre
que no levantaba la mirada del suelo de
puro terror. Mientras contaba el cambio que tenía
que devolverle aprovechó para levantar
la barrera, cuanto antes se fueran mejor. - Aquí está su cambio señor - dijo
tratando de no cruzar la mirada con él. En ese momento un escalofrío le
recorrió el cuerpo cuando sintió como
una fuerte mano le agarraba de la
muñeca. - ¡¡¡Te vas a venir con nosotros quieras
o no!!! - Mientras pronunciaba esas
palabras sacó una cuerda y con un nudo
que ya tenía preparado le ató la mano. Sin mediar mas palabra el matón
aceleró su coche al máximo y salió
quemando ruedas mientras de la
ventanilla salía más y más cuerda que
debían tener enrollada dentro del
coche. El hombre paralizado por el miedo,
intentó desesperadamente deshacer el
nudo, pero era muy complejo y se
notaba que lo habían preparado para
resultar casi imposible deshacerlo. No
sabía cuanta cuerda había dentro del coche y en cualquier momento recibiría
un fuerte tirón que le podría arrancar el
brazo o lo que es peor le arrastraría
detrás del coche de los matones. Esa
gente desalmada podrían arrastrar su
cadáver durante kilómetros antes de soltar la cuerda. El hombre recordó que sus hijos le habían regalado una navaja suiza por el
día del padre, una de esas multiusos
que sirven para todo y en realidad no
sirven para nada. Intentó en vano
cortar la cuerda, pero parecía una de esas de alpinismo ultra resistentes y
preparadas para soportar roces contra
la roca y grandes tirones. Su compañero de trabajo al escuchar sus gritos salió corriendo hacía su cabina sin saber que sucedía y al ver la cuerda atada a la muñeca de su amigo y como el coche se alejaba a toda velocidad se quedó petrificado. Cuando todo parecía perdido, sucedió lo que menos se hubieran podido
esperar, el otro extremo de la cuerda
salió por la ventanilla del coche que se
alejó a toda velocidad... Realmente la cuerda nunca había estado atada al interior del coche. Tan sólo fue una broma macabra y de mal gusto con la que los matones pretendían darle el susto de su vida al pobre hombre del peaje. Mientras su corazón bajaba el ritmo de pulsaciones, que a punto estuvieron de
causarle un ataque cardíaco, se dio
cuenta de que del miedo se había hecho
pis encima, pero la verdad es que eso le
importaba poco cuando había visto tan
cerca la muerte. Esa noche no volvería a pasar sueño en su turno.

†Historias de terror†Where stories live. Discover now