2. When I fell

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⇝ No ship

⇝The Clan AU 

⇝ Parte 1/2

⇝ Angst; si tienes respeto propio no lo leas; songfic [When I Fell - Marz Mitzi]

⇝ Publicación: Disponible


El gélido aire decembrino azotó el rostro de Hyungwon al quitarse la capucha. Eran las dos de la mañana y ni un alma rondaba por las calles además de la suya; con suerte, pronto también él se iría de ahí, comenzaba a sentir miedo. Tenía la respiración agitada por tantas escaleras, pero su mano aún empuñaba el pequeño brote de delphinium con determinación.

Estaba exhausto por escabullirse durante horas para evadir la seguridad en la casona de su padre. Por si fuera poco, algunas patrullas todavía rondaban por la noche en algunas calles de la ciudad; no fue hasta que se alejó lo suficiente que pudo respirar con más o menos un poco de calma. Seguía aterrado, pero sus pies y su corazón estaban cansados de escapar.

El señor Chae había sido especialmente cruel la última vez. Las marcas de sus puños todavía ardían un poco –aunque no tanto como las que su cigarro le habían dejado por el costado– y había sido imposible escapar la mirada astuta de Minhyuk. Jamás se perdía de nada, por más esquivo que se hubiera comportado con su amigo las últimas semanas; era imposible ocultarle nada. Había pasado casi un mes desde que lo había encontrado vergonzosamente abatido en un rincón del edificio abandonado al que llamaban «base», y Hyungwon había resuelto aislarse por completo de su mejor amigo para evitar sus tácticas inquisitivas, que tarde o temprano lo harían hablar. Era mejor para todos que los mantuviera alejados del desastre. No podía arriesgarse a que los involucraran con las consecuencias de su propia impertinencia.

Deseaba con todo lo que quedaba de sus fuerzas tener el valor para enfrentar a su padre de una vez por todas, el valor para no seguir el camino que le había impuesto desde su niñez y, sobre todo, para salvar a su comunidad del tirano que los había engatusado con astucia para llegar al poder. No obstante, la esperanza se apagaba un poco más cada día y no podía evitar sentirse desgarradoramente vulnerable. Sabía que no estaba solo, que sus amigos y el clan estarían ahí para él siempre que lo necesitara, pero debía mantenerlos fuera de esto. Entorpecer la misión era lo último que hacía falta, después de las grandes pérdidas que habían sufrido en su último ataque después de la destrucción de la antigua escuela.

Siguió consolándose con la idea de que lo guiaba una causa mayor que su miseria. Cerró un momento los ojos, sosteniéndose con fuerza del metal mientras recordaba los viejos videos que había encontrado en el sótano de su casa. A una versión más joven y alegre de sus padres, que parecían genuinamente enamorados, haciendo tonterías como los muchachos que eran. A su padre tirándose un clavado en el arroyo de su antiguo pueblo, a su madre jugando tenis mientras se escuchaban de fondo los entusiasmados gritos de su padre. Todo lo que quedaba de ellos había muerto cuando él llegó al mundo y había sido dejado a su suerte con un hombre que había encorazado su corazón roto con una hostilidad tan familiar que, aun habiéndola experimentado toda su vida, dolía demasiado.

Su corazón se encogió al pensar cómo habría sido si su madre hubiera estado ahí para él, si pudiera aferrarse a ella, llorar en su pecho y recibir un beso en su cabeza mientras le decía que todo pasaría pronto. Sus rodillas flaquearon y quedó con una mano aferrada a la barandilla, mientras que la otra sostenía aún las flores contra su pecho. Absolutamente ninguno de sus amigos –con excepción de Minhyuk– sabía nada al respecto. Los amaba demasiado como para ponerlos en peligro de esta manera; era consciente de que su padre buscaba la más mínima de las excusas para mandarlos a prisión. No lo había logrado al ser éstos menores de edad, pero Hyunwoo y Hoseok cumplirían los diecinueve muy pronto; era cuestión de tiempo para que los ataques se volvieran una cuestión de vida o muerte. Jooheon le había asegurado que encontraría la manera de mantenerlos a salvo, pero que necesitaba la discreción de todo el equipo. Definitivamente no sería discreto que Hyungwon diera pie a malos entendidos en una situación tan crítica.

Exhaló temblorosamente al ponerse de pie. Pensó en las veces que había evadido a Minhyuk recientemente, ignorándolo al escucharlo golpear su ventana o rechazando los mensajes de números desconocidos que enviaba desde los teléfonos de la base. No quería saber nada de él, no quería tenerlo cerca ni sentir su compasión. Minhyuk lo quería, pero jamás podría entender su situación cuando había sido amado con ternura toda su vida por sus padres. La señora Lee había sido lo más cercano a una madre que había tenido en su infancia –al menos hasta que su padre le prohibió relacionarse con su amigo– y lamentaba haberla afectado cuando su tienda fue clausurada a raíz del rencor de su padre, pero no podía ponerlos a ambos en riesgo una vez más yendo a disculparse.

Minhyuk había sido estúpido buscándolo múltiples veces después de ello, y lo era todavía, tratando irresponsablemente de contactarlo para saber si estaba bien. Frías lágrimas aterrizaron en sus zapatos sucios mientras miraba las luces nocturnas de la ciudad a la distancia desde lo alto. Tal vez Minhyuk jamás podría entender lo que había sufrido, pero había visto su corazón morir despacio con sus propios ojos, más cerca que nadie. Había sido su confidente y, aunque al empeorar las cosas se había tornado distante con el mayor, seguía siendo a quien más amaba en el mundo, y quien más lo había amado. Su mejor amigo, su hermano del corazón, su alma gemela.

Subiendo los travesaños uno a uno sin mirar abajo, se aferró con cuidado al llegar a la cima para no ser empujado por el aire. Cerca de las colinas, delimitada por el campo, se encontraba su base. Desde la altura podía ver el edificio deteriorado y una tenue luz encendida que apenas estaba ahí. Sus amigos estaban reunidos. Sonrió por un breve momento, antes de sentir el miedo recorrerle de la cabeza a los pies. Se llevó las flores a la boca y masticó lentamente, dejando que el veneno y la determinación se asentaran en su estómago. Desde el fondo de su corazón, deseó que Minhyuk estuviera ahí para sostener su mano, pero no sería posible. Él estaba lejos, tal y como lo planeó; no lo vería en este momento de vergonzosa debilidad. Lo había odiado por entrometerse, lo había alejado con crueldad y, al sentir el suelo desvanecerse bajo sus pies mientras iba en caída libre hacia su fin, supo que era demasiado tarde para arrepentirse.

Tal vez algunos sentirían pena por él, tal vez sus amigos lamentarían su destino. Pero nadie más que Minhyuk sabría lo mucho que dolió al caer.

MONSTA X ➼ One ShotsWhere stories live. Discover now