17🍷Dorados esponsales

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    EL PRÍNCIPE RAELON AMABA LAS BODAS, pero particularmente le había tomado un gusto a la de su hermano con el paso de los días, de cierta forma, no ser el protagonista del evento lo podía llegar a irritar un poco, pero se compensaba con todo el melodrama familiar que reinaba a su alrededor. Además, que el regreso a la Fortaleza Roja lo había llevado por una curva de recuerdos añorantes, por lo que su mente le exigía busca una forma de escapar de ellos.

    Habían vuelto a Desembarco del Rey a la mañana siguiente, después de un último banquete donde se sirvieron las presas cazadas al alba, ya que la cena había terminado con todos los animales de la tarde anterior. Partieron por el medio día con gran movimiento, la entrada a la ciudad fue aparatosa y lenta debido a toda la caravana nobiliaria que los seguía, era la corte en pleno movimiento.

    El hospedaje en cambio fue rápido, pues los sirvientes del castillo fueron apoyados por los de los señores y sus abanderados. A Raelon le dieron habitaciones en el Torreón de Maegor, justo las que había ocupado el difunto Laenor Velaryon, las mismas que una vez fueron del príncipe Aemon Targaryen y quién sabe de cuantos más ancestros suyos. Se sentía extraño cuando Raelon se ponía a pensar en ello, particularmente por la noche en la que se encerró un par de horas más mientras la cena proseguía abajo.

    Había estado escribiendo todos los detalles de la corte, ya fuera para contarle las anécdotas a su tía Saera a su regreso o estudiarlos en casa. Al bajar, pasó tiempo con su hermana, quien estuvo ansiosa de mostrarle los grupos de libélulas que se arremolinaban en los jardines reales por esa época del año. Aemond los había seguido de lejos, hasta que Daeron se unió a ellos con Dorcas y Baela.

    Raelon buscó a Rhaena, pero sólo la encontró dentro del banquete. Sus miradas se cruzaban sin mucho esfuerzo y en cada contacto visual, habían sonrisas encantadoras de por medio que hacían que el corazón del príncipe se desbocara. La presencia de su gemelo a veces podía volverse minúscula a su lado, pero no invisible, había algo que le recordaba todo el tiempo a él.

    Y esa extraña cercanía se volvía más fuerte con cada minuto que pasaba juntos. No necesitaban estar uno frente al otro, pero sólo bastaba que estuvieran en la misma habitación y sus ojos se encontraran, no necesitaban palabras, sólo sabían cómo se sentía el otro para bien o para mal. Incluso al dormir y con un piso de diferencia, la intranquilidad de Aegon no pasó desapercibida para Raelon en toda la noche.

    Al punto que apenas amaneció, hizo que le preparan un baño, se vistió y arregló con el propio conjunto que él había arreglado para el viaje, toda su ropa era de diferentes tonos purpura, mientras el jubón tenía bordado su propio escudo de armas que era el dragón tricéfalo de la familia en color azul y con lenguas plateadas, aunque la segunda cabeza era la de un tigre. Drazenko le había dicho que era exótico y Raelon se dio por buen servido, era la primera vez que lo usaba, pero estaba esperando a volver a Volantis para poder grabarlo en parte de la mansión.

SWEET NOTHING ─── Rhaena TargaryenWhere stories live. Discover now