(\ /) ᴋɪꜱꜱ ᴍᴇ ʟɪᴋᴇ ɴᴏʙᴏᴅʏ'ꜱ ᴡᴀᴛᴄʜɪɴɢ ҂ ࣪

⊹ ִֶָ✧19 ᵎ ִֶ

Parecía una escena melancólica de alguna película; con ese tono gris en el cielo debido a las gigantescas nubes de tormenta, el viento frío que agitaba todo y las gruesas gotas de lluvia que caían feroces por doquier.

Wheein solo miraba por los enormes ventanales de la cafetería de la universidad deportiva el agua caer, un poco (mucho) incómoda por el par frente a ella. Estaban sentados en una de las mesas, después de haber corrido desde el campo abierto donde Jisung terminó su entrenamiento y llegar a la cafetería, que es el edificio más cercano, el par estuvo mucho (demasiado) pegajoso y para la menor de los Han era en verdad incómodo ser la tercera rueda. Bien, quizás estaba exagerando un poco, ¡pero ellos en verdad no dejaban de hacer lo que las parejas hacen y no podía evitar sentirse de ese modo! Solo quería que la lluvia terminase para poder salir lo más pronto posible y buscar a su mejor amiga que no pudo ver desde que llegó. Ahora se encontraba atrapada en medio de su hermano y su novio, quien, en un principio había sido de lo más tímido y callado por un buen rato hasta haber entrado más en confianza.

No pudo evitar evaluarlo.

Desde su físico, no tenía nada que envidiarle a cualquier famoso modelo porque era en verdad muy atractivo; Jisung tenía esa tendencia a conseguirse chicos guapos, era como un imán viviente para chicos de ensueño. Pero como seguían siendo humanos, por supuesto que tenían sus lados malos. Wheein conocía un patrón: agraciados y reprimidos. Por alguna razón, cada pareja que tuvo su hermano, al comienzo parecían ser muchachos buenos, con esas simpáticas sonrisas y las miradas cariñosas que le lanzaban hacia el mayor de los Han, pero siempre, de verdad, en todos los casos, resultaba ser alguna clase de retorcido experimento personal acerca de su sexualidad. Por lo cual, terminaba como el final de una trágica película melancólica de las que su hermano siempre terminaba en su habitación, abrazado a su almohada y llorando a mares.

Completamente destrozado, porque siempre acababa enamorado de ellos.

Pero pese a una mala experiencia previa, parecía que Jisung era tan tonto como para aceptar jugar el mismo juego con alguien diferente que al final hacía una grieta más grande en su corazón.

Esperaba que seungmin fuera diferente esta vez.

— Iré por algo de tomar, ¿quieren algo? —Jisung se levantó, una sonrisa plasmada en sus labios, se veía realmente feliz en ese momento.

— Un capuchino de vainilla, por favor.

— ¿No quieres nada, amor? — la cara de Seungmin enrojeció avergonzado ante el apodo, alzando la cabeza para mirarlo apenado; de pronto se veía vulnerable y tan dócil, que Wheein se sintió enternecida.

Se quedó observando la interacción entre los dos; la forma en que seungmin sostenía la mano de su hermano con cuidado, sonriéndole desde abajo, hablándole suave, y Jisung respondía del mismo modo, siendo cálido con él. Cuando su hermano se inclinó con la intención de buscar un beso, Wheein volteó la cabeza hacia el ventanal para darles cierta privacidad y no sentirse más incómoda de lo que se sentía siendo la tercera rueda. Solo escuchó el chasquido húmedo y después los pasos alejarse junto a la voz de Jisung alegando que no tardaría demasiado. Entonces se quedaron solos.

Wheein regresó su vista hacia kim frente a él, cruzando sus brazos sobre la mesa, mirándole seriamente, como si de algún modo pudiera adivinar lo que estaba pensando en ese momento. Seungmin se sintió nervioso ante la mirada juzgona y fija sobre él, incomodándose. Miraba hacia todo rincón de la cafetería con tal de no mirar los pequeños ojos de media luna inclinados que seguían escaneándolo de esa manera, aunque no pudo durar mucho así, porque tuvo que enfocarse en ella, tragando saliva porque la expresión en su rostro iba más allá de seria; Wheein se veía intimidante en ese momento con esos ojos profundos y esa mueca en sus labios, inclinados, como el triángulo que solía hacer Jisung cuando estaba molesto.