─ extra one

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BUENOS AIRES, ARGENTINA. OCTUBRE DE 2024.




ALBA MIRÓ LA HORA EN SU TELÉFONO, entrecerrando un poco sus ojos por el contraste entre la oscuridad de la habitación y la luz de la pantalla, notando que eran las tres y cuarto de la mañana. La actriz frunció el ceño confundida, aún bastante dormida, sentándose en el borde de la cama con su mirada en el lado derecho de la misma donde las sábanas estaban arrugadas, mientras se colocaba sus pantuflas.

Con cuidado, iluminando con la linterna de su teléfono para no llevarse nada puesto en el camino, se dirigió hacia la cocina. Una sonrisa se formó en sus labios al ver que tenía razón. Recargando su cuerpo en el marco de la puerta, Alba aclaró su garganta.

— ¡Joder, Alba! No me asustes así.

— ¿Qué estas haciendo?

Pedri sonrió tratando de lucir inocente, aprovechando la escasa luz de la cocina y que Alba no podía verlo con mucha claridad— ¿Nada?... —más que una afirmación había sonado como una pregunta, acercándose a la isla de la cocina donde Pedri estaba sentado en una de las banquetas y encendiendo la luz.

Una carcajada brotó de los labios de Alba cuando vio lo que su novio estaba haciendo— Xavi te va a matar, y después me va a matar a mí por dejar que te des estos gustos, Pedro.

— Sabes que no dejaría que eso pasara. —respondió el futbolista con una sonrisa dulce, agarrando una cucharada de dulce de leche para acercarla a los labios de Alba quien sin dudarlo abrió su boca, soltando un ruido de satisfacción ante el sabor del dulce argentino.

— No es como que puedas evitarlo mucho si primero te mata a vos, Pepi. —la actriz, aprovechando que estaba sentada a su lado, se inclinó reposando su cabeza en el hombro del futbolista— ¿No podías dormir?

— No, y me habían dado ganas de comer algo dulce.

— Fue una pésima idea haberte hecho probar el dulce de leche en su momento, se supone que yo soy la que tiene debilidad por las cosas dulces y siempre que busco para comer un poco ya no hay.

Pedri soltó una risa ronca— Probar eso fue lo mejor que me pasó. —Alba alzó su cabeza, observándolo con una ceja alzada— Obvio después de conocerte y estar contigo, mi vida.

— Sí, seguro. —murmuró Alba colocando sus ojos en blanco.

La pareja se encontraba en el departamento que tenían en Buenos Aires, ese que alguna vez había sido solo de Alba y luego había pasado a ser de los dos, porque esa semana tenían finalmente el casamiento de Álvaro y Candela. La pareja de actores se había tomado su tiempo para organizar todo, y por ende había pasado más de un año desde el momento de la propuesta allá por diciembre de dos mil veintidós.

ENCHANTED | pedri gonzálezWhere stories live. Discover now