Día 3: Puesta de Largo.

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     La vida en el Londres victoriano era una vida llena de hipocresía, la reina Victoria era una firme defensora de la moral, pero el Est End estaba lleno de burdeles y lugares de mal vivir con cientos de mujeres y donceles vendiendo su carne por un par de monedas, los ricos y poderosos, los nobles seguían teniendo la potestad de hacer lo que desearan con los demás aunque los movimientos obreros comenzaban a ganar algo de poder y los nuevos ricos, los empresarios, banqueros, grandes comerciantes tenían el poder económico pero ansiaban el poder de un apellido de recio abolengo.

     En esta sociedad vivía Tony Stark uno de esos visionarios que se había hecho millonario gracias a la industria del hierro, no solo por la explotación de las minas si no que también había montado muchas fábricas manufactureras donde se creaban piezas para armamento, piezas para maquinaria, menaje para el hogar, cualquier cosa que se necesitara que pudiera construirse con el hierro Industrias Stark lo hacía, pero Tony Stark no era el dueño de la compañía, era el visionario y sin duda un día sería suya pero todavía estaba su padre Howard al mando, un viejo cascarrabias en guerra constante con su hijo y sus "modernidades".

     No muy lejos de la sede central de Industrias Stark había una villa, que pertenecía a una familia de antiguo renombre, descendiente de la nobleza irlandesa, los Rogers generación tras generación eran líderes militares y brillantes estrategas que habían logrado honor y gloria no solo para su familia si no también para la corona británica, pero Joseph Rogers estaba triste pues desgraciadamente esta sería la última generación gloriosa de su apellido pues su esposa Sarah sólo había tenido un hijo, pero era un doncel por lo que su ilustre apellido se perdería para siempre, además Steve su hijo era un doncel muy atípico, pues la madre naturaleza en una especie de broma cruel había hecho que el doncel tuviera el físico de un guerrero, metro ochenta de estatura, cuerpo sólido, macizo musculoso, era totalmente opuesto a lo que cualquier hombre querría como doncel que solían ser no muy altos y de generosas caderas, pero no musculosos y fuertes como para dominar a sus esposos, por ello Joseph se lamentaba pues en dos semanas sería la puesta de largo de Steve y ya temía que ningún noble ni burgués querría a su hijo provocando una nueva humillación sobre su ya maltrecho nombre.

     Howard estaba en medio de una nueva discusión con su hijo con el tema del matrimonio como en los últimos meses.

- ¡¡Anthony Edward Stark no te lo estoy proponiendo, es una orden y maldita sea tu estampa que esta vez me harás caso!!

- ¡¡¡NO!!! No vas a obligarme a ir a esa estúpida puesta de largo para que vea a esas estúpidas niñas bien nobles o a esos insípidos donceles aburridos e impostados sin personalidad ni carácter, no voy a casarme con nadie así ¡¡Nunca!!

- Por Dios Jarvis habla con tu hijo antes de que le mate – Dijo Howard mirando a su esposo Edwin Jarvis, su esposo doncel, que miró a Tony con infinito amor y transmitiéndole calma le señalo el lugar de la mesa junto a él para que Tony se sentara.

- Tony, mi pequeño niño rebelde, de verdad piensas que soy un insípido y aburrido doncel.

- ¿Qué?, ¡¡No, padre, tu no!! Es...

- Entiendo que tu rebeldía te empuje a llevarle la contra a tu padre, pero cariño ambos queremos lo mejor para ti, yo no voy a obligarte a casarte con alguien que no ames, pero no pierdes nada por ir y ver si quizá hay alguien que pueda gustarte, no todos los donceles somos aburridos y sumisos y no todas las niñas nobles son estúpidas, mi niño ve y prueba quizá te lleves una agradable sorpresa, confía en mi – Tony suspiró y asintió con la cabeza más por complacer a su padre Jarvis que por autentica convicción.

     Pasaron las dos semanas y los Rogers estaban de los nervios, habían ofrecido su casa para la ceremonia de la puesta de largo, la hija de los Carter, Sharon, la hija de los Hill, María, el hijo doncel de los Banner, Bruce, y por supuesto su propio hijo doncel Steve eran algunos de los que iban a participar en la ceremonia, además de sus padres estaban invitados a la celebración los hijos de los nobles que residían en Londres así como la flor y nata de la burguesía, los hijos de los banqueros, empresarios y comerciantes terratenientes en busca de que nacieran nuevos matrimonios que aportaran dinero a las familias nobles venidas a menos y apellidos ilustres a los nuevos ricos, eran en muchos casos meras transacciones comerciales, pero en algunas raras ocasiones surgía el amor verdadero en estos encuentros.

Stark-Rogers week IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora