Capítulo Uno.

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Londres, 1904.

El día para Kim Taehyung era tan rutinario como aburrido. Trajes, caballos, leyes, deberes reales y mujeres.

Pero especialmente ese día, despertar no estaba en una de sus opciones.

Tenía que tomar un gran cargo como príncipe del pueblo; cargo que le cambiaría por completo la vida, literalmente.

El día estaba nublado y había lluvia. Para Taehyung escuchar la lluvia contra la ventana por las mañanas era tan relajante como cualquier terapia.

—Señor Kim, la reina me pidió despertarlo para su clase de equitación. —Un joven chico alto, guapo y de traje, entró en su habitación y comenzó a abrir ventana por ventana, fastidiando a Taehyung que aún dormía.

—Mm, dile que para ser un Rey no es necesario saber hacer trucos en caballo —murmuró bastante adormilado.

El chico sonrió, casi siempre Taehyung actuaba como un niño berrinchudo y no parecía para nada que tuviera un título importante.

—Después de eso tiene la clase de esgrima y a las doce y media el almuerzo con los padres de Isabella —Taehyung escuchaba todo atentamente, bastante fastidiado.— Finalmente al anochecer la cena con sus primos. —Aquello hizo despertar enseguida a Taehyung.

Con una expresión de molestia, Taehyung se sentó en la cama. —¿Hoy? ¿Ellos vienen hoy? —preguntó.

El chico asintió. —La reina me pidió que después del almuerzo lo lleve a probarse trajes para la noche, también vendrán sus tíos del viaje de Suecia —informó.

Taehyung hizo un berrinche y se tiró nuevamente a acostarse.

—Por favor, señor, levántate, ya es tarde —pidió. Posiblemente si no lo levantaba, la reina le regañaría por no ser un buen asistente.

Taehyung pataleó, queriendo que la tierra se lo trague y lo escupa en otra realidad.

—Es mejor que se levante antes de que su madre venga y ella misma se encargue de usted —siguió hablando.

Taehyung al oír aquello, se levantó enseguida y fue al baño para arreglarse.

Joshua, el asistente, rio porque la simple mención de la reina hizo levantar enseguida al príncipe.

Esperó afuera en la habitación, estudiando la agenda que tenía el príncipe; horarios y lugares. No era tan pesada la agenda, pero sabía que sí lo era para Kim.

Al los minutos salió ya vestido listo para su primer deber en la agenda.

La clase de equitación era lo más fácil para él, de hecho hasta lograba aburrirle por culpa de la manera en la que sus entrenadores lo trataban por su título.

No le gustaba ser tratado con tanta especialidad, se sentía inútil; como si fuese un cristal que podría romperse. Odiaba ser tratado con mucho respeto. Creía que el título que tenía solo era una maldición que se le fue otorgada desde el día que estuvo en el vientre de su madre.

—Señor, si me permite —buscó permiso para tocar el cuerpo de Taehyung.

Taehyung suspiró y asintió al permiso.

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